Conmovedora muestra de fe en peregrinación a nuestra Virgen en el Día de la Inmaculada Concepción

Miles de fieles peregrinaron al Santuario de Nuestra Señora de Luján donde miércoles y jueves hubo misa cada hora. Este 8 de diciembre la celebración central fue a las 15 presidida por Su Excelencia Reverendísima el Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis Mercedes – Luján Monseñor Jorge Eduardo Scheinig y concelebrada por el Padre Lucas García, rector de la Basílica.

Las autoridades eclesiales confirmaron a TRIBUNA DEL PUEBLO que la asistencia de fieles de todos los lugares del país, especialmente del AMBA, ha superado a la de años anteriores. Lo cierto es que desde la noche del miércoles y hasta entrada la tardecita del jueves 8 de diciembre han llegado por miles.

Las misas se sucedieron a toda hora tanto en el escenario montado en la Plaza Belgrano como en el interior del templo, tal es el caso de la misa central celebrada por SER Monseñor.

La virgen de Luján lleva como título “La pura y limpia concepción del Río Luján” y si a la imagen le sacamos los vestidos, veremos una talla de la Inmaculada Concepción. Tenemos ciudades dedicadas a esta advocación, cientos de capillas e iglesias. Y era muy tradicional que en este día, los niños y niñas tomaran la primera comunión.

Pero además, en esta fecha que se celebra a la Inmaculada Concepción, 8 de diciembre, la tradición manda que se arme el “Arbolito de Navidad”. No “el árbol”. El arbolito, en diminutivo. En Argentina todos arman el “arbolito”, cristianos y no cristianos. Es el símbolo que comienza las fiestas decembrinas. El periodo de reuniones laborales de fin de año, cenas y encuentros con los amigos. Comienza el fin de año.

El árbol de navidad es una readaptación de costumbres paganas al cristianismo. Los germanos y escandinavos celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios nórdico del Sol naciente, la lluvia y la fertilidad. En esas fiestas adornaban un árbol de hoja perenne que representaba al Yggdrasil o árbol del universo. La noche del 25 al 26 de diciembre, en todos los poblados las personas se reunían en torno al Yggdrasil esperando los primeros rayos del sol.

Bailaban, cantaban en torno al árbol y, al primer rayo, se repartían regalos unos a otros como símbolo del obsequio del Sol, que dentro de poco volvería a reinar. Fue san Bonifacio, el evangelizador de los germanos, quien le dará a este árbol una visión cristiana. Luego de la reforma de Martín Lutero llevó el árbol al templo y lo incorporó a la liturgia de la Navidad. También lo hizo la Iglesia católica y el árbol fue recubierto con símbolos cristianos. En su punta la estrella de Belén, la forma de triángulo simbolizará la Santa Trinidad; los adornos serán las gracias que el Niño Dios traerá, y así…

Y el “arbolito” se desarma justo un mes después, el 8 de enero, el día después de la festividad de la Epifanía, es decir “el día de Reyes”. Aunque en algunos países de Europa, como ser Italia, los adornos navideños están hasta el día de la Candelaria el 2 de febrero.

Pero entonces, ¿qué tiene que ver el armado del arbolito con la fiesta de la Inmaculada Concepción de María? En verdad, nada.

El 8 de diciembre es día de celebración para los católicos y es el inicio de las festividades decembrinas. Día de “armar el arbolito” y comenzar el conteo regresivo para el gran encuentro de la nochebuena en familia y amigos esperando la Navidad del Señor.

El Papa celebró a María:

“María, hoy, sorprendida por la gracia que la hizo hermosa desde el primer instante de su vida, nos lleva a maravillarnos de nuestra propia belleza”, dijo el papa Francisco, este jueves 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, durante el rezo de la oración mariana del ángelus a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro.

Francisco explicó que el Evangelio de este jueves nos introduce en la casa de Nuestra Señora para narrar la Anunciación. El ángel Gabriel saludó a María, llamándola con un nuevo nombre “llena de gracia”-por lo tanto- “libre de pecado”.

Al llamar a María con ese nombre, explicó el Papa, Dios le revela su mayor secreto, que antes ignoraba. Agregó que algo similar también nos puede pasar a nosotros en el sentido de que “también nosotros pecadores hemos recibido un don inicial que ha colmado nuestra vida, un bien superior a todo, una gracia original, de la que muchas veces, sin embargo, no somos conscientes”.

Se trata de aquello que recibimos el día de nuestro Bautismo, y que por eso “es bueno que lo recordemos, ¡y también que lo celebremos!”, invitó el Santo Padre. En el Bautismo, el Espíritu Santo descendió sobre nosotros también, por lo que “Dios descendió a nuestra vida, y nos convertimos en sus hijos amados para siempre”.

“Hoy, María, sorprendida por la gracia que la hizo bella desde el primer momento de su vida, nos lleva a maravillarnos de nuestra belleza. Podemos captarlo a través de una imagen: la imagen de la túnica blanca del Bautismo; ella nos recuerda que, por debajo del mal con el que nos hemos manchado a lo largo de los años, hay en nosotros un bien mayor”, dijo el Papa. De esta forma, “cuando las cosas no vayan bien y nos desanimemos, cuando nos abatamos y corramos el riesgo de sentirnos inútiles o equivocados, pensemos en esto, en la gracia original”.

Además, Francisco, subrayó la importante enseñanza del pasaje evangélico: “Conservar nuestra belleza acarrea un costo, una lucha. De hecho, el Evangelio nos muestra la valentía de María, que dijo «sí» a Dios, que eligió correr el riesgo de Dios; y el pasaje del Génesis, relativo al pecado original, nos habla de una lucha contra el tentador y sus tentaciones”.

Francisco advirtió que también lo sabemos por experiencia: “Cuesta elegir el bien, custodiar el bien que llevamos dentro. Pensemos en cuántas veces lo hemos malgastado cediendo a la atracción del mal, actuando de modo astuto para nuestros propios intereses o haciendo algo que contaminaría nuestro corazón; o incluso perdiendo el tiempo en cosas inútiles y perjudiciales, aplazando la oración y diciendo «no puedo» a los que nos necesitaban y, sin embargo, podíamos”.

Pero frente a todo esto, hoy tenemos una buena noticia: “María, la única criatura humana sin pecado de la historia, está con nosotros en la lucha, es nuestra hermana y sobre todo nuestra Madre. Y nosotros, a quienes nos cuesta elegir el bien, podemos confiarnos a ella”.