Apuntes sobre la inolvidable Profesora Ruth Monjardín de Masci

Especial para TRIBUNA DEL PUEBLO garabatea Carlos Guzmán.

En las dolorosas circunstancias de la muerte de una persona, normal y racionalmente, uno intenta repasar sus actos, su accionar, sus virtudes y defectos, todo aquello que esa persona fue y lo que provocó o gestó en la comunidad que la vió desarrollarse.

En el caso de la Profesora Ruth Fernández de Monjardín de Masci, para describirla con la precisión que merece, debe decirse que sin lugar a dudas fue una o la mujer más trascendente de Luján de los últimos 50 años. Solo así, de esta manera, se puede dar exactitud a su extensísima trayectoria al servicio de su pueblo y de su gente, aunque cabe destacarlo, sus servicios y aportes no solo fueron para los lujanenses, sino para muchos argentinos.

Había nacido el 5 de junio de 1927, y la sorprendió la muerte este viernes, muy  próxima a cumplir los 95 años.

Miembro de una histórica familia de la ciudad, fue al igual que ellos ejemplo de trabajo, de convicciones y de realizaciones, desde la educación, la cultura, la política, el bienestar social, la niñez y en cuanta tarea haya encarado desde sus profundas convicciones humanas.

En el 2016 había sido distinguida por el Concejo Deliberante de Luján como “Hija Dilecta y Ciudadana Ilustre”, título que sin duda la describe como lo que fue para esta comunidad. Pero además de ese más que justo reconocimiento, se la debe recordar como una mujer apasionada en sus luchas, que fueron las luchas de su pueblo, su tozuda porfía por la Educación, su solidaridad por los que más necesitan, su aporte continuo y decidido en cada causa en la que se enrolaba.

En lo personal lo que más recuerdo de ella fue algo sucedido allá por el año 88, en una de las tantas asonadas que tuvo que soportar el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín.

Ruth era Diputada Nacional por la Provincia de Buenos Aires. Con un grupo de jóvenes fuimos al Congreso a manifestarnos como cientos de miles de argentinos se manifestaban en esos difíciles días. Y esa madrugada la encontramos en el “Salón de los Pasos Perdidos”, era una noche tumultuosa en informaciones difíciles,  reinaban los malos rumores, la desconfianza, el miedo.

Me acuerdo como si fuera hoy, su templanza en ese momento tan difícil, sus convicciones en defensa de la Democracia, su serenidad a la hora de expresarse y su seguridad a la hora de dar testimonio, de estar convencida que el camino de la soberanía popular no podría ser torcido.

Esa fue su forma maravillosa de transitar sus caminos, caminos que ojalá como sociedad, nunca perdamos de vista, ni dejemos de recorrer.