Universidades por todos lados

“Todos sabemos que nadie que nace en la pobreza llega a la universidad” María Eugenia Vidal, Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires.

Escribe Matías Fernández

La lógica de la meritocracia es producto de un sistema global que impone los logros desde el esfuerzo y sacrificio individual. Entonces, pensamos de manera recurrente que si no logramos una meta fue un fracaso personal, evitando cuestionar o pensar si no será otra cosa la que anda mal en el sistema, formas de gobierno, funcionamiento de la economía, Etc. Deberíamos considerar entonces que vivimos en un sistema igualitario, donde todos partimos de la misma línea y llegamos según condiciones y oportunidades a diferentes lugares. Construimos así falsos ideales de progreso y bienestar, olvidando que nosotros también tenemos deberes y responsabilidades como parte de una sociedad, si en verdad estamos comprometidos con la igualdad, por lo menos, tenemos que rebelarnos ante este atentado del sentido común.

La noción de pensar que los atributos individuales son los que nos depositarán en logros, esconde varios aspectos centrales. El atropólogo mexicano Luis Reygadas, señala que los atributos individuales tienen un origen social; que las capacidades individuales también son sociales en su ejercicio, ya que están sujetas a procesos de valoración colectiva; que el plano de las capacidades de las personas equivale ver a la sociedad como un mero agregado de productores aislados; y que la perspectiva individualista de la desigualdad no logra explicar la expropiación. Reygadas recoge una reflexión de Anthony Giddens que nos enseña que “la desigualdad de resultados de una generación es la desigualdad de oportunidades de la siguiente generación”.

En el debate en torno al conocimiento, habrá quienes y con justa razón, dirán que las nueva tecnologías universalizaron el acceso al mismo. Sin embargo, al mismo tiempo nos invitaron a transitar por un mundo superficial, alejando cada vez más las razones del conocimiento y sobre todo la capacidad de preguntar. Es cada vez más difícil preguntar y más fácil aceptar.

Sin más reflexión, la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires soltó en un discurso que a los pobres les cuesta ir más a la universidad. No lo hizo como una crítica a la desigualdad social, sino alimentando la idea de Cambiemos de que “no hay que crear universidades por todos lados”. Es cierto que los sectores más postergados en una sociedad tienen mayores dificultades para acceder a niveles de estudio superiores, el problema es que el Estado está para disminuir esa brecha y facilitar mejores condiciones de acceso al conocimiento, por ejemplo, garantizando Universidades Públicas en todo el territorio nacional. Las condiciones de desigualdad que se reproducen no son solo en términos económicos, sino también en decisiones políticas y comportamientos sociales que se reproducen y acentúan en gobiernos que promueven la exclusión en todos los ámbitos. Lo más absurdo, sería suponer que las universidades son para aquellas personas que ya poseen condiciones económicas superiores, ratificando el triunfo del mercado sobre el Estado también en la esfera del conocimiento.

Es preciso recordar, que en la época del primero peronismo, con la declaración de la gratuidad universitaria y en palabras del propio Perón, “la universidad se llenó de hijos de obreros”. Además del hito fundante de la gratuidad, el peronismo fue promotor e impulsor de 29 Universidades Públicas tal como demuestra Lorenzo Pepe en su artículo sobre Gratuidad Universitaria.

Si los gobiernos no hacen esfuerzos para que el resultado de su ejercicio sea mayor igualdad, las generaciones futuras no tendrán nunca igualdad de oportunidades.