«Ya estoy cansada de mantener vagos«»Estos choriplaneros se rascan todo el día y nosotros que trabajamos no podemos ni descansar«. Frases como estas se escuchan continuamente alentadas por una opinión publicada que se hace, más que sentido común, un discurso único, un «sentido comunicado» con interés de desviar el foco.
¿Qué es ser «choriplanero»? Encontramos una definición al poner en el buscador de internet: «Persona o ser que por varias generaciones no le enseñaron la cultura del trabajo entonces recurre a la facilidad de movilizarse por un choripan o contribución similar en favor de un interés o fuerza política». Frase ilustrativa: «Vas a un supermercado y son todos venezolanos , por ende trabajo hay , pero como es más fácil voy a la marcha y cobro un plancito y a su vez me llevo un choripan».
Pero qué dicen los datos en este relato. Según la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC realizada en el segundo trimestre de 2018 y el primer trimestre del 2019, el 70,5% de los ingresos totales de las familias pobres provienen de sus ocupaciones laborales que no incluyen los planes sociales. Este es un valor que resulta menor al promedio de los hogares no pobres que llega a un 73%.
Con estos números oficiales, muy poco conocidos, da cuenta que las transferencias monetarias directas tales como AUH, becas escolares, planes de empleo o salario social complementario son apenas un complemento como cualquier otro ingreso que recibe una familia que se encuentra por encima de la línea de pobreza.
La diferencia importante radica en los ingresos laborales formales. En las familias no pobres compone el 84%, mientras que en las pobres casi la mitad de sus ingresos proviene de trabajo no formal (48%).
Otro dato que configura que las frases antes dichas son prejuiciosas, provenientes de la ignorancia, es que por cada 8 pesos de ingreso que los hogares pobres reciben por su trabajo, apenas 1 peso proviene de la ayuda social estatal.
Desde otro ángulo, mientras que el 85% de los pobres forman parte de hogares donde al menos uno de sus integrantes tiene ingresos laborales (casi idéntico al de los no pobres = 86%), apenas el 0,5% de los pobres integra hogares en el que todo su ingreso proviene de planes, AUH y similares. Tan solo medio punto porcentual. Insignificante como para arruinar un plan económico.
Indagando más en la encuesta, actualmente la transferencia social directa cuantitativamente más importante es la AUH que constituyó una de las medidas de equiparación de derechos más importantes de las últimas décadas ya que los hijos e hijas de trabajadores formales reciben ingresos vía asignaciones familiares o por la deducción de ganancias. Y otro punto clave para sostener la situación actual de saqueo financiero al que está siendo sometida la sociedad argentina, es el piso mínimo de protección social que generó las moratorias previsionales ya que en los hogares pobres es el segundo ítem de ingresos luego de los laborales. Representan el 15,2%. Pero llamativamente, en sectores acomodados, las jubilaciones representan el 23,8% y la renta y alquileres el 3,4%.
Y para cerrar el análisis, porque hasta aquí, según sus ingresos, del mes en total solo alcanzan los ingresos monetarios para 18 días y medio. El resto… se defiende en las redes de contención por organizaciones sociales. Merenderos, entrega de mercadería, ayuda de otros hogares. Y en este último tiempo, la toma de deuda financiera en banco o entidades similares o clandestinas. Y además, la descapitalización por venta de artículos conseguidos en otro momento y que hoy resultan innecesarios para la vida primaria: electrodomésticos, bicicletas, motos, automóviles y hasta terrenos que significaban un ahorro en tiempos de pleno empleo.
Luego de todo esto, nos damos cuenta que si por la mentada eficacia fiscal (déficit cero) se quitaría la ayuda social directa sólo generaría 1,5 puntos porcentuales del índice de pobreza (700 mil personas). En cambio, tanto la devaluación del dólar como la toma de deuda en moneda extranjera con su consiguiente pago de intereses ha causado más de 10 puntos porcentuales (4.500.000 de personas) de pobres en apenas 3 años. Eso provocó una pérdida de más del 20% de la baja de salario formal y una tasa de desocupación que supera el 11%. En definitiva, NUNCA serán «los vagos» quienes arruinan nuestra cómoda vida de clase media sino el terrorismo financiero y el saqueo planificado por los verdaderos «planeros» que viven de la «teta del estado» desde los tiempos de la colonia.
Para pensarlo. Y ponernos en acción!
fuente: Diario Ámbito Financiero (ambito.com/18 de octubre de 2019)