Gabriel García Márquez y las extrañas señales de la muerte…

Por el Dr. Antonio Las Heras.*

Desde los tiempos más remotos de la Humanidad se mencionan singulares coincidencias que acontecen en el momento mismo – o en instantes previos – a que una persona desencarne. Uno de los hechos de esta índole mejor documentados es el del momento en que fallece – 6 de junio de 1961 – el sabio Carl G. Jung. Coincidente a esto se desata una intensa y poco frecuente tormenta eléctrica. Entonces un rayo impacta sobre el álamo situado en el jardín de su casa, removiendo – inclusive – algunas piedras de un muro cercano. No se trataba de cualquier árbol, sino del que el mismo Jung había plantado hacía muchos años y bajo el cual habituaba sentarse para sus largas lecturas, conversaciones con amigos o esculpir piedra.

Sobre este tipo de situaciones ya había investigado Jung y escrito en sus libros. Lo llamó “coincidencias significativas” o bien acciones que respondían al Principio de Sincronicidad. Entendiendo por tal, de acuerdo a las palabras del mismo Jung a “la coincidencia cronológica de dos o más acontecimientos que no están relacionados entre sí por un nexo causal y cuyos contenidos, por lo que respecta a su significado, son iguales o semejantes.”

Ahora, gracias al libro “Gabo y Mercedes: una despedida”, escrito por Rodrigo García – hijo de Gabriel García Márquez – nos informamos que acontecimientos de semejante índole también ocurrieron al momento en que desencarnaba el Premio Nobel de Literatura.

En efecto, relata Rodrigo que en tanto García Márquez pasaba los últimos instantes en este plano terrenal, un arcoíris apareció en la silla que habitualmente utilizaba y un pájaro, sin motivo aparente, se estrelló golpeando contra un ventanal de la habitación para caer, precisamente, en la butaca favorita del autor.

Explica el hijo del célebre Gabo: “Lo del pájaro que cayó muerto fue impresionante. También, la casualidad de que Gabo muriera un Jueves Santo, al igual que Úrsula Iguarán (uno de los personajes de `Cien años de soledad`) y que ese día nos escribiera una conocida para enviarnos el párrafo donde cuenta que, después de la muerte de Úrsula, unas aves desorientadas se estrellaron contra las paredes y cayeron muertas. Hubo un vericueto de sincronías o casualidades increíbles.”

Esto que sorprende a Rodrigo y que le hace utilizar términos como “casualidades increíbles” o “sincronías” son fenómenos que han llevado a dar como posible explicación el hecho de que ciertas personas, poseedoras de una sensibilidad muy especial – en verdad extraordinaria, fuera de lo común o habitual – al momento de morir producen cierto tipo de expansión energética capaz de ocasionar singulares e imprevistas situaciones; cuál si se tratara de una forma final de despedida. Los parapsicólogos pensamos que se trata, precisamente, de una combinación de fenómenos extrasensoriales y psikinéticos provocados inconscientemente por el moribundo. Otros sospechan que se trata de reacomodamientos en el Orden Universal que suceden con cada persona cuando deja el mundo terrenal pero que la mayoría de la gente no se da cuenta o no les presta atención. Quienes están de acuerdo con esto, recuerdan aquel poema de Lord Byron que dice: “Cuando del pétalo de una rosa/ una gota de rocía cae al suelo/ el universo tiembla.” De acuerdo a los que cultivan esta idea, sostienen que nada ocurre – por ínfimo que sea – que no provoque una modificación en la totalidad del Cosmos.

*Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo y escritor. e mail: alasheras@hotmail.com