Este 1 de agosto -en coincidencia con el Día de la Pachamama- se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento del jujeño Anastasio Quiroga (1916/1988), cuya obra conoció merecida repercusión internacional. Grabó en Venecia, para la Unesco en Francia y en otros países de Europa y América.
Escribe el Dr. Antonio Las Heras.*
Se lo conoce como músico y poeta; pero tras la lectura del libro «Anastasio Quiroga. Pastor de cabras», cuya autoría Edgardo Miller comparte con Leda Valladares, no vacilamos en agregar que fue un filósofo e intelectual profundo.
Bienvenido el texto «Anastasio Quiroga. Pastor de cabras», recientemente publicado por Editorial Dunken con prólogo de Alejandro Tarruella y fotos de Ernesto Monteavaro.
El subtítulo «Tradiciones y costumbres de la Quebrada de Humahuaca» adelanta al lector que habrá de encontrar en estas valiosas páginas cantidad de conocimientos y saberes autóctonos; legados de los pueblos originarios andinos, siempre en peligro de perderse de no mantenerse a buen resguardo.
Y estas páginas bien sirven para ello.
Pero también invitan a reflexiones sobre asuntos que, hoy por hoy, se dan por sentados y no necesariamente son ciertos. Por ejemplo, ¿cuánto se vivía en otros siglos? Damos por aceptado que hoy la expectativa de vida es mayor. Pero, ¿fue realmente así? Anastasio Quiroga propone otra cosa, y lo manifiesta de este modo: «Porque aquellas generaciones eran de larga vida, muy longevas, ahora no llegamos a los setenta u ochenta y entregamos la tropa. En aquellos tiempos se vivía más tiempo porque la gente era más sana, se alimentaba con elementos naturales, normales, no había vicios ni malas costumbres, se educaba para saber distinguir lo bueno de lo malo, y creaba conciencia para no cometer errores. Se educaba para saber cómo vivir se basaba en el sistema del respeto mutuo».
En verdad, una óptica para analizar. Y sigue con una contundente afirmación de claro corte filosófico: «La única perfecta para mí es la natura, no hay sociedad en el universo que sea perfecta».
«Era un hombre muy espontáneo -explica Lea Valladares- y tenía un lenguaje muy florido, sabroso. Anastasio era artesano, artista neto, era ollero, también hacía una cantidad de cosas para los pesebres: animalitos, santos, casitas, entre otras figuras. Era un formidable arquitecto que construyó con sus manos la casa de Glew (en la provincia de Buenos Aires). Además, era un cocinero extraordinario que jamás olvidó sus costumbres, como hacer ‘charquis’, que los tenía colgados del techo, hacía sus empanadas en el horno de adobe, verdaderas exquisiteces».
Aprenderá mucho el desconocedor de esta cultura con los comentarios de Quiroga, que son didácticos, claros y precisos.
«El Pujllay es el rey del carnaval. Es quichua: demonio propiamente dicho. Entonces, como dicen que el demonio es muy alegre, él ha sido elegido como jefe de la alegría del carnaval. Por eso allá todos los años, antes de comenzar la fiesta, ya se confecciona de trapo colorado, color infierno, así se confecciona un muñeco».
«La albahaca viene a ser el símbolo del carnaval propiamente dicho. En la Quebrada, a ningún carnavalero debe faltarle algún ramito de albahaca en la oreja y en el sombrero, otros en la boca, especialmente los jóvenes».
Y más: «La ‘apacheta’ es una señal que hay en cada lugar del camino donde el arriero suele descansar porque allí es el lugar elegido, donde posiblemente cerca haya un ojo de agua o manantial para las haciendas, los arrieros y para ellos también. Además, ahí es el lugar seguro, donde no hay peligro, animales salvajes como los pumas, y otros tantos que atacan a la gente».
En este mismo libro, encontramos lo expresado por el antropólogo y filósofo Rodolfo Kusch (1922/1979, quien vivió y murió en Maimará, localidad de la Quebrada de Humahuaca) sobre Anastasio Quiroga. De allí extraemos lo siguiente: «Su personalidad tiene el valor de un emblema. En una Argentina intelectualizada, caótica, empapelada con toda clase de teoría y posiciones políticas, tiene valor de todo un símbolo. Brindar soluciones y salida a muchos planteos contradictorios de los más estudiosos».
«Anastasio Quiroga. Pastor de cabras» se convierte en un texto de lectura imprescindible para todos quienes buscamos conocer, con la mayor precisión posible, la elevada sutil cultura que, surgida en tiempos precolombinos, habita aún en torno al macizo andino.
(*) Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social y filósofo.