Otra vez, si, por suerte hay elecciones. En diversas entrevistas con relación a la campaña los principales candidatos a concejales han dicho y manifestado una y otra vez que “no hay clima electoral”. Tal vez se refieran al poco interés que despierta en “la gente” (Ese eufemismo tantas veces utilizado para definir a toda la comunidad). Lo seguiremos utilizando.
La gente está cansada de escuchar postulados, propuestas, planes, opiniones, diagnósticos. Parece no sentirse identificada con los candidatos, o con algunos de ellos.
Pero lo primero que hay que decir es que no debe dejar de celebrarse el proceso democrático de las elecciones. Con cuestiones a mejorar, seguro las tendrá, cada elección trae consigo el privilegio más maravilloso que nos da la democracia: Elegir. La ciudadanía elige a sus representantes. “El pueblo no gobierna ni delibera, sino por medio de sus representantes”, destaca el artículo 22 de la Constitución Nacional de la República Argentina, Ley fundamental para el funcionamiento del país y sus instituciones. Peor sería que no podamos elegir, como ya sucedió varias veces a lo largo de la historia de nuestro país.
En segundo término es importante destacar el deber que como ciudadanos conlleva la participación de un acto eleccionario. A algunos les toca ser autoridad de mesa, a la mayoría del resto “sólo” votar. Muchos lo hacen “porque no les queda otra”, “sólo porque es obligatorio” o arguyendo otros argumentos. Lo cierto es que pocos van a votar contentos de hacerlo. Hay que valorarlo, como se decía más atrás. Hay que ir a votar convencidos de lo que se va a votar, dejar a un lado el “voto al ganador” o postergar la decisión del sufragio para el momento en que se ingresa al cuarto oscuro.
Es derecho y deber de la ciudadanía informarse acerca de las opciones que existen en la oferta electoral. Candidatos, listas, frentes, propuestas, proyectos, programas, planes. Ideología, línea de pensamiento, que piensan de la ciudad o el distrito donde se van a postular, que visión de futuro tienen. Tanto por escuchar, tanto por comparar. De seguro alguna lista habrá de convencer a ese votante indeciso. O no. En el segundo caso existe el “voto en blanco”.
Este texto se parece más una lección de “Educación Cívica” que a una nota de opinión, pero el autor encuentra necesario hacer estas consideraciones. Porque la visión es coincidente con la de esos candidatos mencionados al comienzo de la nota: “No hay clima”. Si no hay habrá que crearlo, habrá que pelear contra el desánimo y el desinterés, habrá que informar más y mejor, habrá que hacer foco en lo provechoso que es poder votar cada dos años. Es una tarea de todos.