Las 7 frutas que ayudan a combatir la hipertensión

Mantener la presión arterial bajo control puede ser más sencillo de lo que parece si se adopta un enfoque integral. Cambios simples en la dieta, como aumentar el consumo de potasio y magnesio presentes en muchas frutas pueden ayudar a prevenir complicaciones.

La hipertensión, una de las enfermedades conocidas como “asesinas silenciosas”, afecta a millones de personas en el mundo y es una de las principales causas de enfermedades cardiovasculares.

Esta condición, caracterizada por una presión arterial elevada, puede tener graves consecuencias si no se controla adecuadamente. Entre las estrategias más efectivas para manejarla, la alimentación saludable ocupa un lugar destacado.

Incorporar alimentos ricos en nutrientes esenciales y limitar aquellos que contribuyen al aumento de la presión arterial puede marcar la diferencia. Frutas, verduras y alimentos bajos en sodio son aliados clave en esta lucha, y demuestra que los pequeños cambios en el plato pueden tener grandes impactos en la salud.

Cuáles son las frutas que ayudan a combatir la hipertensión

Los arándanos, kiwis y naranjas, entre otras frutas ayudan a relajar los vasos sanguíneos y a reducir la presión (Imagen Ilustrativa Infobae)Los arándanos, kiwis y naranjas, entre otras frutas ayudan a relajar los vasos sanguíneos y a reducir la presión (Imagen Ilustrativa Infobae)

Una dieta rica en frutas y alimentos naturales es una de las herramientas más efectivas para reducir la presión arterial. Además de aportar nutrientes esenciales, ciertos alimentos demostraron efectos beneficiosos específicos en el control de esta condición. A continuación, una lista de frutas y frutos secos recomendados:

  1. Bananas. Ricas en potasio, las bananas contrarrestan los efectos del sodio en el cuerpo. El doctor Luke Laffin, de Cleveland Clinic precisó que una banana mediana proporciona 375 miligramos de potasio, lo que representa aproximadamente el 11% del consumo diario recomendado para un hombre, y el 16% para una mujer. Este nutriente ayuda a relajar los vasos sanguíneos y reducir la presión arterial.
  2. Naranjas. Con un alto contenido en vitamina C y potasio, las naranjas mejoran la elasticidad de las arterias y reducen la inflamación, contribuyendo a un sistema cardiovascular más saludable.
  3. Kiwis. Fuente de antioxidantes como la vitamina C y la luteína, los kiwis ayudan a disminuir la presión arterial al tiempo que regulan el colesterol, fortaleciendo el sistema circulatorio.
  4. Tomates. Aunque se los consume en general como verdura en ensalada o preparaciones saladas, los tomates técnicamente son una fruta. Contienen licopeno, un antioxidante que mejora la salud de los vasos sanguíneos, y potasio, un mineral esencial para el control de la hipertensión.
  5. Granadas. Ricas en antocianinas y antioxidantes, las granadas ayudan a reducir el colesterol LDL y la inflamación, mejorando la elasticidad de las arterias y disminuyendo la presión arterial.
  6. Arándanos. Estos frutos contienen resveratrol, que relaja los vasos sanguíneos, y antocianinas, que mejoran la salud del corazón. Su consumo regular demostró reducir la presión arterial hasta en 5 mmHg, según un estudio publicado en Journals of Gerontology.
  7. Palta. Se destaca por su alto contenido de potasio, un mineral fundamental que ayuda a equilibrar los efectos del sodio en el organismo. Investigaciones señalan que este mineral potencia la eliminación de sodio a través de la orina, lo que reduce la retención de líquidos y alivia la presión sobre los vasos sanguíneos, contribuyendo así al control de la presión arterial.

¿Por qué tengo hipertensión?

Un estilo de vida sedentario es uno de los principales factores de riesgo para la hipertensión (Imagen Ilustrativa Infobae)Un estilo de vida sedentario es uno de los principales factores de riesgo para la hipertensión (Imagen Ilustrativa Infobae)

La hipertensión puede ser causada por diversos factores, algunos de los cuales son modificables, mientras que otros están fuera de nuestro control:

  • Antecedentes familiares: la genética juega un papel importante. Si en tu familia hay casos de hipertensión, el riesgo de desarrollarla es mayor.
  • Estilo de vida poco saludable: una dieta alta en sodio, el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo y el sedentarismo son factores clave.
  • Enfermedades preexistentes: la diabetes y otros trastornos metabólicos aumentan significativamente el riesgo.
  • Duración del sueño: estudios recientes sugieren que una mala calidad o insuficiencia de sueño puede contribuir al desarrollo de hipertensión.
  • Edad: a medida que envejecemos, los vasos sanguíneos se endurecen, aumentando la presión arterial.

Los síntomas de la hipertensión

El consumo de alimentos ultraprocesados incrementa el riesgo de hipertensión (Imagen Ilustrativa Infobae)El consumo de alimentos ultraprocesados incrementa el riesgo de hipertensión (Imagen Ilustrativa Infobae)

La hipertensión es a menudo asintomática, ganándose el apodo de “asesino silencioso”. Sin embargo, en casos más avanzados o graves, pueden aparecer síntomas como:

  • Dolor de cabeza persistente.
  • Mareos o visión borrosa.
  • Dificultad para respirar.
  • Palpitaciones o dolores en el pecho.
  • Fatiga inexplicable o confusión.

¿Cuáles pueden ser las consecuencias de sufrir hipertensión?

La hipertensión afecta a casi la mitad de los adultos en todo el mundo (Imagen Ilustrativa Infobae)La hipertensión afecta a casi la mitad de los adultos en todo el mundo (Imagen Ilustrativa Infobae)

Si no se controla, la hipertensión puede tener consecuencias devastadoras para la salud. Entre las más comunes se encuentran:

  • Enfermedades cardiovasculares: infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca y accidentes cerebrovasculares.
  • Daño renal: la presión arterial alta puede dañar los vasos sanguíneos de los riñones, llevando a insuficiencia renal, tal como se vio en un estudio liderado por el doctor Donald Wesson, profesor de medicina interna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Texas.
  • Problemas oculares: la hipertensión puede causar daño en los vasos sanguíneos de los ojos, provocando pérdida de visión.
  • Complicaciones neurológicas: en casos extremos, puede derivar en demencia vascular y otros trastornos cognitivos.