La autorreferencialidad en los medios de comunicación cansa. Muchas veces escuchamos en las radio o vemos en la tele a conductores que empiezan sus programas diciendo que hicieron desde que se fueron de sus trabajos el día anterior hasta que llegaron ese día. Compras, esparcimiento, menesteres de la vida cotidiana son contados por las caras o voces de los programas en busca, creo, de encontrar cierta complicidad con el público. Pensaba en si esta columna de opinión no es también un espacio autorreferencial. Creo que por donde se mire lo es. Pero bueno, vaya un poco de eso que acabamos de criticar.
Cada 15 días el Honorable Concejo Deliberante sesiona de manera ordinaria, según la agenda del año legislativo. En ocasiones se realizan sesiones extraordinarias, según la necesidad del «estado de cosas» o «la coyuntura». Desde mediados del año pasado, las sesiones ordinarias se convocan para los primeros y terceros lunes de cada mes, a las 19 horas. Desde hacía varios años, algunos sectores políticos reclamaban ese cambio de horario, cuando las sesiones se realizaban por la mañana, a eso de las 10:30.
Aquel reclamo era justificado en la necesidad de buscar mayor participación de la ciudadanía. Es decir: Sesionar a la «tardecita», para que más gente se acerque a ver las sesiones del Concejo. Sin embargo, salvo casos muy puntuales, la iniciativa no logró mayor adhesión.
Si usted no fue nunca al Concejo Deliberante le contaré que, al menos desde 1994 que es el año que tomó su actual sede, la sala de sesiones es amplia. Desde el ingreso y hacia el fondo se ve un estrado en donde se ubica quién preside la sesión y el secretario del cuerpo legislativo. A la derecha de esa cabecera, visto desde la entrada, se ubica personal con cuestiones que tienen que ver con el sonido y la grabación, que luego servirá, transcripta claro, de acta oficial de la reunión. A la izquierda del lugar referenciado se ubican los trabajadores de prensa que cubren para distintos medios la sesión.
En ambas márgenes de la amplia sala de sesiones dos hileras de bancas ubican a los concejales de todos los partidos con representación en el HCD local.
En la zona de la entrada se ubica «la barra». Nunca supe el porque de esa denominación. Se trata del lugar reservado para el público asistente a la sesión, la gente, los vecinos. Ese lugar es ocupado por algunos secretarios de los bloques legislativos, dirigentes políticos, algún funcionario que a veces va a ver la sesión por algún tema y unos pocos, muy pocos, vecinos.
Por caso, vale citar la última sesión que se realizó el lunes 24 de octubre. Allí el temario acordado en la reunión de labor deliberativa, celebrada el viernes anterior, no contenía temas de mayor relevancia, salvo la prórroga de la tasa de seguridad que se trató recién cerca de la medianoche. Pero, ingresaron sobre tablas, es decir con la sesión iniciada, otros proyectos a tratar. Por ejemplo: La prórroga de la emergencia sanitaria y ambiental, que convocó a algunos vecinos de los barrios San Pedro y Santa Marta, la cesión del predio donde funciona el campo recreativo del Sindicato de Trabajadores Municipales por parte de la comuna a la entidad, que aglutinó la presencia de una veintena de trabajadores municipales y autoridades de ese gremio, un reclamo que tiene que ver con la desrregulación de los espacios de vendedores ambulantes y la proliferación de «trapitos» en la zona turística local que hizo que tres personas se acercaran con preocupación e hicieran uso de la palabra frente a los ediles. Si, tres personas.
Claro que una vez que los temas por los cuales estaban presentes se trataron, todos los mencionados se retiraron del recinto, dejando a «los de siempre». ¿Quienes son «los de siempre»? Entre cinco y diez personas que se muestran interesadas por la mayoría de los temas del Concejo Deliberante. Muestran interés genuino. Pero siempre se terminan yendo antes que finalice la sesión, que últimamente es muy tarde. La mayoría de «los de siempre» son dirigentes políticos que desean o desearon ser concejales. Alguno de ellos se presentó a las urnas, a la voluntad popular, pero esa voluntad le fue esquiva. Lo importante es competir.
Ese es el contexto en el que se realizan las sesiones ordinarias del Honorable Concejo Deliberante. Cabe preguntarse si es suficiente la participación de vecinos interesados por temas en particular en la sesión, o si esa participación, sana, saludable, importante, debiera extenderse a otras instancias del trabajo legislativo. Personalmente creo que no alcanza. Veamos: Hasta su presentación en la sesión un proyecto de ordenanza recorre un camino. Un concejal, o un bloque de concejales, tiene que estudiar el tema que trata la ordenanza, debe asesorarse, redactarla, corregirla, hacer una puesta en común con los actores interesados en la sanción de la misma y luego presentarla para su tratamiento en el Cuerpo Deliberativo, donde casi siempre es girada a las comisiones de trabajo de ese poder en donde profundizan el trabajo sobre la misma.
Es allí en donde hace falta mayor participación, el poder legislativo local no debe salir a buscar a los vecinos para que asistan a una sesión un lunes a la tardecita. Debe trabajar junto a ellos. El Concejal, cualquiera sea su color político, no debe abrir las puertas de su despacho para que vayan a verlo los vecinos. Debe trabajar codo a codo con el ciudadano de Luján. Deben volver a realizarse plenarios en barrios y localidades, también sesiones ordinarias o extraordinarias. No alcanza con escuchar a los vecinos que pueden ir ese lunes a la tardecita al primer piso de San Martín 550. No tengo dudas que para acrecentar la participación no es importante el horario o día de la sesión. La reunión del cuerpo deliberativo debe ser el punto final a un proceso de participación de los vecinos. Debe ser la coronación del esfuerzo conjunto de vecinos y concejales trabajando en determinados temas, en esos temas que interesan, que importan, que hacen falta, esos que no están en la agenda.