El Intendente Boto viajó a Roma para asistir al funeral del Papa Francisco

El jefe comunal Leonardo Boto indicó en sus redes sociales este sábado que «Tengo la gracia de estar acompañando en nombre de todo Luján la despedida del Papa Francisco».

«Nuestro pueblo, nuestra Virgen, fueron parte de su vida, de su fe y de su mensaje al mundo. Observar la Plaza San Pedro colmada de fieles como pocas veces en la historia, para rendirle su último homenaje, nos habla de un argentino que supo ir más allá, trascender las fronteras y llevar al mundo un mensaje de paz y fraternidad», agregó.

«Es un momento de dolor, pero también de esperanza, sabiendo que su vida y su testimonio seguirán dando fruto. Que tu legado, Santo Padre, nos impulse a trabajar por un futuro mas fraterno y humano. Agradecidos por tu vida, rezamos por vos», cerró.

“Con dignidad, pero como todos los cristianos”: los últimos deseos de Francisco se cumplieron este sábado. Tras la misa, su cuerpo atravesó los muros vaticanos en un cortejo fúnebre que lo guio por todo el corazón de Roma hasta su destino final.

El féretro abandonó la plaza de San Pedro poco después del mediodía y se trasladó en el papamóvil, acompañado por un pequeño cortejo fúnebre, hacia la Basílica de Santa María La Mayor, donde fue inhumado. El ataúd del papa viajó en un vehículo abierto, para que los fieles que se congregaron en el recorrido, en las calles de Roma, pudieran ver el féretro y despedirse del pontífice. Tras 30 minutos de trayecto, la sepultura llegó al nicho de la nave lateral de la basílica liberiana, entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, donde se colocó después del canto de cuatro salmos y cinco intercesiones.

Sobre el féretro, se imprimieron los sellos del cardenal camarlengo de la Santa Iglesia Romana, Kevin Joseph Farrell, de la Prefectura de la Casa Pontificia, de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Romano Pontífice y del Capítulo Liberiano. Una vez concluidos estos gestos, se colocó el féretro en el sepulcro y se roció con agua bendita mientras se entonaba el Regina Caeli. Y así se puso punto y final al funeral.

Más que nunca, se puede hablar de que su funeral fue una representación del mundo, con dignatarios de más de 160 países, pero también con la presencia de “los últimos”, los marginados, que lo recibieron en la última parte del camino.

Bajo una losa de mármol de Liguria, la tierra de sus orígenes italianos, descansa el pontífice que vino del fin del mundo, el primer papa latinoamericano de la historia, para crear el sentimiento compartido de una iglesia que pertenece a todos.