El INTA junto con representantes de instituciones de distintos sectores trabaja para contribuir a la gestión de los usos productivos y a la conservación de la biodiversidad y servicios ecosistémicos de los humedales. Las Guías de Buenas Prácticas contarán con capítulos de abordaje nacional y regionales, mediante un proceso de co-construcción, interactivo y de consenso.
La Argentina es un país donde el 75 % de su territorio es subhúmedo seco, semiárido y árido y donde la disponibilidad de agua tiene un rol fundamental, tanto para el desarrollo de la vida en todas sus formas, como para el desarrollo de las comunidades que habitan y la producción agropecuaria que dependen de los humedales. Hoy, bajo un contexto de cambio climático, donde la ocurrencia de eventos extremos como sequías, incendios e inundaciones se ven incrementados, es decisivo velar por la sostenibilidad de estos socio-agroecosistemas.
En este sentido, el INTA desde los proyectos nacionales “Humedales de la República Argentina: distribución, usos y recomendaciones co-participativas para una producción sustentable” y “Evaluación, monitoreo y manejo de la biodiversidad en sistemas agropecuarios y forestales” trabaja en el desarrollo de Guías de Buenas Prácticas (GBP) y en estrategias para la conservación de la biodiversidad para sistemas productivos en humedales del país, con el objetivo de optimizar la actividad productiva, minimizando los impactos ambientales.
El desafío es enorme y no se puede encarar solo. En función de ello, se trabaja junto con Fundación Vida Silvestre Argentina, la RedBPA –que nuclea 94 organismos e instituciones públicas y privadas–, AFoA, SENASA, la Administración de Parques Nacionales (APN), ONG locales, regionales y nacionales, ministerios y secretarías de Ambiente provinciales, asociaciones, organizaciones y cooperativas de productores y universidades nacionales.
Las Guías “serán una herramienta para que el productor pueda gestionar su sistema productivo y producir sustentablemente y, al mismo tiempo, conservar los servicios ecosistémicos del humedal”, explicó María Fabiana Navarro, coordinadora del Proyecto Humedales e investigadora del Instituto de Suelos del INTA. “Son herramientas que, eventualmente, permitirán también darle un valor agregado a la producción”, afirmó.
De acuerdo con Navarro, actualmente “se están formalizando guías de buenas prácticas para sistemas ganaderos en humedales de Corrientes, Chaco y Formosa, así como para ganadería de islas en el Delta del Paraná, para sistema productivo forestal, también en el Delta del Paraná; y para ganadería en mallines patagónicos, entre otras más”.
La coordinadora explicó que se está trabajando en dos niveles, uno nacional en la confección de capítulos que son transversales a todas las regiones y el resto a nivel regional, donde se abordan las particularidades propias de cada región. “En ambos casos, mediante un proceso de co-construcción, interactivo y de consenso entre representantes de los diversos sectores (productivo, ambiental, académico y gubernamental) involucrados en el uso, manejo y conservación de estos socio-agroecosistemas”, puntualizó.
Las Guías contarán con una caracterización del sistema socioproductivo y ambiental de cada humedal, gestión de la empresa, manejo del sistema productivo para la sustentabilidad, gestión de desechos y productos contaminantes, gestión de aspectos sociales, comunitarios y culturales, y monitoreo.
“Las recomendaciones formuladas en las Guías de Buenas Prácticas tendrán como finalidad alentar a los productores a gestionar sus emprendimientos productivos de forma ambiental, social y económicamente sostenibles. Las prácticas están destinadas a proteger la salud y el bienestar de las personas que habitan y trabajan, de los animales en producción, a mejorar la articulación con el resto de los actores del humedal, a minimizar los impactos ambientales de los sistemas productivos y a contribuir a la conservación de la biodiversidad”, detalló Gerardo Mujica, asesor del Proyecto Humedales del INTA.
Así, a través de las GPB, “las empresas y productores agropecuarios contarán con recomendaciones específicas para la sostenibilidad del conjunto sistema productivo-humedal, contemplando el patrimonio cultural de esas comunidades locales, el nivel tecnológico alcanzado, los servicios ecosistémicos de ese humedal y la inserción en su economía regional. Estas guías permitirán a los consumidores y a la sociedad comprender y valorar los productos y métodos de producción”, comentó Mujica.
Mujica hizo también hincapié en que “se beneficiarán los productores, ya que las guías abordan medidas de contingencia para eventos extremos productos del cambio climático, como así también tienen el potencial de aportar a sellos de certificación y acceso a nichos de mercado donde los consumidores valoren los alimentos y bienes producidos en forma sostenible, la conservación de la biodiversidad, la responsabilidad social empresaria, o que aporten a un ambiente más saludable”.
Por su parte, Natalia Fracassi, coordinadora del Proyecto Nacional de Biodiversidad e investigadora de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA en el Delta, señaló que “también se está trabajando de manera interinstitucional en el diseño de estrategias de conservación y mantenimiento de servicios ecosistémicos a nivel de predio y paisaje (ej. varios predios e inclusive áreas protegidas) como la creación de espacios multifuncionales y corredores biológicos que conectan y favorecen especies (ej. polinizadores, controladores de plagas, forraje, otros) y ambientes que contribuyen en el mantenimiento de los humedales y sistemas productivos resilientes”.
Buenas prácticas con las aves
En diciembre de 2022 se firmó el Convenio Marco entre el INTA y Aves Argentinas Asociación Ornitológica del Plata, con el objetivo de establecer un marco de actuación para la colaboración entre las actividades de cooperación científica, técnica y académica en referencia a la implementación de prácticas productivas agropecuarias amigables con las aves.
Del convenio participan varias unidades de INTA de todo el país, proyectos nacionales, que incluyen el de Biodiversidad y el de Humedales, y por Aves Argentinas proyectos y ecorregiones, haciendo principal foco en especies y ambientes amenazados, como lo son tanto el tordo amarillo (Xanthopsar flavus) como los campos y malezales de Corrientes, donde se priorizarán trabajos en la región del Aguapey.
¿Por qué conservar las aves en ecosistemas naturales y en agroecosistemas o sistemas productivos? Fraccasi comentó: “Las aves cumplen un rol fundamental en los agroecosistemas porque brindan servicios como la provisión de recursos, la regulación de poblaciones de especies perjudiciales, dispersión de especies forrajeras, el soporte de procesos ecosistémicos (como la polinización) y dan bases para actividades culturales y recreación”.
De acuerdo con Fracassi, “estos servicios pueden ser brindados por aves locales del agroecosistema, o aves que se encuentran en el paisaje donde los campos forman parte”. En este sentido, “el INTA busca generar nuevos enfoques de producción en el Sistema Agroalimentario, con una visión sistémica y de paisaje que minimicen el impacto para la biodiversidad incorporando las contribuciones de la naturaleza a la sostenibilidad ambiental, social y productiva a los territorios. De aquí el valor y relevancia del convenio”, expresó.
También se trabajará en otras áreas de importancia como los Pastizales Pampeanos, el Delta del Paraná, Bajos Submeridionales, Espinal, mallines de la Patagonia, enfocando principalmente en las buenas prácticas ganaderas y forestales (ej. a partir de guías y manuales) para proteger las aves y los servicios ecosistémicos asociados, que aportan a la sostenibilidad de los agroecosistemas.