El Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis Mercedes – Luján, SER Monseñor Jorge Eduardo Scheinig presidió la Eucaristía este domingo en la Parroquia San Luis Gonzaga de de Villa Flandria, junto al párroco de la comunidad Pbro. Javier Spreafichi, con especial intención por los enfermos y fallecidos de Covid de la comunidad.
«Es necesario, en estos tiempos tan difíciles, agobiantes, de cansancios profundos, que podamos generar espacios profundamente religiosos, en la misma familia, cultivando la amistad y en la comunidad cristiana”, destacó Scheinig.
“La familia tiene que ser un espacio religioso, donde podamos ayudarnos a ir a lo importante y no trabarnos en las cosas que no lo son. Que seamos capaces de ponderar la cosas. Sería lindísimo que en la familia la presencia de Dios esté asegurada, con la oración, pero también con esa seguridad de que el Señor nos acompaña. Dios está en el templo, pero también está en la casa, en la propia familia”, agregó.
“El segundo espacio religioso que me parece importante cuidar y rescatar en este tiempo es la amistad, los amigos. La pandemia tiene un costo enorme en la separación, la falta de un abrazo, de encuentros. Necesitamos de la amistad, porque ella como espacio religioso es la posibilidad de ser yo mismo, en libertad, con confianza. Para descansar, necesitamos tener espacios de libertad y de confianza frente a otros”, continuó.
“Es muy importante cuidar la amistad, acudir a alguien y saber que es máximamente respetado, valorado, que es querida, querido. Los amigos tienen la capacidad de hacer de la vida algo lindo. Uno sale transformado de ese encuentro, sale descansado. Ese encuentro de amistad le agregó algo a la vida, que no lo agrega nada ni nadie”, dijo.
“El tercer espacio, es la comunidad cristiana, con su pastor. Es muy importante revisar nuestras liturgias, porque a veces no nos descansan, a veces las liturgias son un lugar para cumplir y eso no nos descansa. La Misa tiene que ser un lugar de encuentro con el Señor, a través de la Palabra, la oración, el canto, la alegría de estar y compartir. Pero también la comunidad cristiana en su capacidad de ser solidaria, con los enfermos, los que sufren, los más pobres, en la catequesis. Una comunidad cristiana tiene que ser un lugar para recuperar el sentido de la vida. Descansen en el Señor, en casa, con los amigos y en la comunidad cristiana”, cerró.
La homilía completa: