Granjas porcinas: Los riesgos ambientales detrás del proyecto para que Argentina multiplique la producción

El posible acuerdo que se firmará en noviembre para que nuestro país produzca 9 millones de toneladas de cerdo destinadas a China sigue preocupando a un conjunto de la sociedad y organizaciones ambientalistas que mantienen el pedido para que el gobierno argentino de marcha atrás, aunque desde la Cancilleria Argentina sostengan que se asegurará el respeto de las leyes de protección ambiental y bioseguridad. TRIBUNA DEL PUEBLO analizó las implicancias del posible tratado.

Según se afirma, el objetivo final sería que Argentina produzca nueve millones de toneladas de carne de cerdo para exportar al país asiático. Eso significa multiplicar por 14 la actual producción en el país. Cualquier industria concentrada y a gran escala genera impactos por más sustentable que sean sus procesos. Ejemplos en Argentina son la megaminería y la producción de cultivos basados en el uso de agroquímicos.

“Son volúmenes que cuesta dimensionar. Y parte de las consecuencias va a ser la consolidación del agronegocio actual y tendrá consecuencias por décadas”, aseguró Guillermo Folguera, investigador del Conicet y de la Universidad de Buenos Aires y uno de los profesionales que firmó el documento.

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La peste porcina africana provocó que alrededor de 350 millones de cerdos en China fueran enterrados vivos (la forma más económica de deshacerse de ellos). La violencia en este video es solo la punta del iceberg del abuso que sufren estos animales durante toda su vida. Después de todo, estos cerdos provienen de granjas donde son tratados como cosas, como objetos de consumo para humanos. Y este holocausto animal está ocurriendo en todas partes, no solo en China. Así las cosas, el gobierno argentino está negociando con el gigante asiático para montar el mayor proyecto de industrialización animal de la historia de nuestro país, con el fin de ingresar dólares para el pago de la deuda externa. Mientras tanto, el avance de la frontera agropecuaria arrasa nuestros bosques, comunidades y animales. La mayor parte de los granos cultivados no se destinan a alimentar a las personas, se destinan a la alimentación de animales en el exterior. Además, se estima que el 40% de la población argentina estará bajo la línea de pobreza a fines de este año. Esta iniciativa (se avanzó con la firma de un memorando de entendimiento) ya cuenta con el apoyo del sector público –Cancillería, Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, Ministerio de Producción y gobiernos provinciales. ¡Exigimos terminar con la industrialización animal que genera sufrimiento innecesario, contaminación, destrucción de ecosistemas, uso intensivo de recursos y más enfermedades zoonóticas! Queremos un modelo de producción de alimentos agroecológico basado en la ciencia nutricional y centrado en alimentar a las personas, no a los bolsillos de unos pocos. Pedile a @alferdezok @cancilleriaarg @agriculturaar @produccionpba que frenen esta locura y que gobiernen para la gente. No permitamos esto. El agronegocio #NoSeBancaMás

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Riesgo de zoonosis

La pandemia actual agrega más polémica al proyecto. Se sabe que el coronavirus es una zoonosis, una enfermedad que saltó de animales a humanos. Lo mismo ha ocurrido con el ébola y las diferentes gripes pandémicas.

Las zoonosis surgen de dos situaciones: el contacto humano directo con animales salvajes como murciélagos por el avance de la civilización sobre ecosistemas salvajes, y la concentración de animales para su cría. El riesgo es mayor cuando ambas situaciones conviven, como ocurre en China.

“En los criaderos industriales, los animales son sometidos a aplicaciones de una cantidad de antibióticos y antivirales para prevenir las enfermedades y engordarlos rápidamente. Por ende, estos centros industriales se convierten en un caldo de cultivo de virus y bacterias resistentes”, asegura el documento firmado por investigadores, organizaciones ambientales y figuras del arte y de la cultura.

Contaminación

Un cerdo de 50 kilos genera unos siete litros diarios de orina y heces, lo que se conoce como purín. El purín contiene altas concentraciones de nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y otras sustancias que, sin un buen manejo de efluentes, se filtran a las napas y las contaminan. Ocurre lo mismo con los sistemas de feedlots para vacunos. En las zonas aledañas a estas instalaciones los valores de estas sustancias en el agua suelen estar por encima de lo indicado para el consumo humano.

Consumo de agua

El ganado consume agua, pero no sólo la que bebe, sino también la que se necesita para la limpieza de los corrales y galpones, para producir el alimento que consumen y la necesaria para poder depurar la contaminación que genera.

Se estima que producir un kilo de carne porcina requiere entre tres y cinco litros de agua por año. En nueve millones de toneladas, son 27 mil millones de litros de agua anuales. Y si el producto final, la carne, se exporta, el agua utilizada en la producción también. Y sabemos que se trata de un recurso escaso.

Gases de efecto invernadero

Los cerdos no son animales rumiantes como las vacas, por lo que son más eficientes a la hora de convertir el alimento en carne. De igual forma, generan emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) como metano y óxidos nitrosos. Otra vez, el impacto de este proyecto está dado por su escala de la producción. Argentina produce algo más de tres millones de toneladas de carne vacuna y esta actividad es responsable del 16 por ciento de las emisiones de GEI del país.

El agronegocio

El documento ambientalista establece de fondo una crítica al modelo agroindustrial argentino que abarca a todos estos puntos mencionados. Y relata lo ocurrido en 1996, cuando se aprobó el uso de soja transgénica en Argentina sin ningún debate público. La decisión también estuvo a cargo de Solá, secretario de Agricultura de aquel gobierno de Carlos Menem.

En tanto, el documento dice: “Este convenio con China nos coloca aún más lejos de la deseada soberanía alimentaria. Nuestras tierras ahora no sólo estarán ocupadas por los granos transgénicos que se exportan para alimentar animales, sino también por los galpones que encierran a esos animales, que luego terminan exportándose, mientras la producción alimentaria local, de economías regionales y producción de alimentos sanos, sigue marginalizándose”.

“Los problemas son varios. El primero es el que ya tenemos con la ‘sojización’ que provocó un aumento de 1.400% en el uso de pesticidas. También nos ubicó entre los 10 primeros países en deforestación”, comentó en sus redes sociales Soledad Barruti, periodista autora de los libros Malcomidos y Mala leche, que son críticos al sistema agroalimentario argentino.
(Fuentes links en nota)