El último organito: Falleció Hugo “Cherry” Damonte

Hijo dilecto de Luján, ciudadano ilustre del distrito y de la provincia de Buenos Aires tenía 77 años y se domiciliaba en el Barrio Constantini. Su estampa en la Plaza Belgrano no se olvidará jamás.

Este jueves falleció a los 77 años Hugo “Cherry” Damonte, el último organillero de Luján. El fallecido periodista y hombre de mundo José Luis Álvarez Fermosel, el recordado Caballero Español, había escrito en sus bitácoras sobre Cherry: “acciona el manubrio en la plaza lujanera y el pianito caminador, de gastada madera pintada de escarlata, gotea una música alegre de kermesse”… “Dos cotorritas de un verde chillón, Juanita y Bartolo, moran en la terraza de la vieja pianola de ruedas grises -«(…) las ruedas embarradas del último organito…»-. «¡Viva el amor!», dice Juanita con voz de loro de pirata. «iMamita!”, le responde Bartolo, entre erótico y socarrón.

Sobre los inicios del lujanense en la actividad, le había contado a Fermosel, «Un día entró en la santería de mi padre un organillero turco. Yo me quedé duro de emoción porque ahí, con su entraña de madera y pintado de mil colores, estaba estacionado el mejor de mis sueños: un organito y una cotorrita encima que silbaba un vals…».

“Encaré al turco, que era muy simpático. Le pregunté que cómo podía conseguir cotorritas que trabajaran conmigo y dónde podía comprar un organito como el suyo. La lorita me miraba extrañada. Después de un rato gritó: «¡Viva Pepito!». Luego sacó con el pico uno de los papeles de colores que llevaba el turco en la pianola y me lo puso en las manos. Entonces comprendí que mi suerte estaba echada”.

El turco le dio a Cherry la dirección de un viejo taller de reparación de organitos. Y allí se fue Cherry y allá encontró el que iba a ser el suyo, por el que pagó todo el dinero que había ahorrado durante muchos años. «Cuatro cotorritas me esperaban en mi casa de la calle Sócrates, aquí, en Luján –rememora Cherry-. Me esperaban a mí y al organito. ¡Cuántas serenatas les di mientras las enseñaba a convertirse en las cotorritas de la suerte!».