PÍLDORAS al CORAZÓN: “El tiburón y los peces pequeños”

Escribe la Pastora Nélida Margarita Galván

Durante un experimento de investigación, un biólogo marino colocó un tiburón en un gran tanque de retención y luego lanzó varios peces pequeños adentro. Como era de esperarse, el tiburón nadó rápidamente alrededor del tanque, atacó y se comió a los peces. El biólogo luego insertó una pieza fuerte de fibra de vidrio transparente en el tanque, creando dos particiones separadas. Puso el tiburón a un lado y un nuevo grupo de peces en el otro.

El tiburón atacó rápidamente. Esta vez, sin embargo, se estrelló contra el divisor y rebotó. Sin inmutarse siguió repitiendo este comportamiento en vano. Mientras tanto, los peces nadaban ilesos en la segunda partición. Finalmente, aproximadamente una hora después del experimento, el tiburón se rindió.

Este experimento se repitió varias docenas de veces durante las siguientes semanas. Cada vez, el tiburón se volvió menos agresivo e intentó menos atacar a los peces, hasta que finalmente se cansó de golpear el divisor y simplemente dejó de atacar por completo. El biólogo luego retiró el divisor, pero el tiburón no atacó. Fue entrenado para creer que existía una barrera entre él y los otros peces, por lo que ahora nadaban donde quisieran, libres de daño.

Al igual que el tiburón del relato, muchas veces nosotros nos rendimos después de haber fracasado más de una vez. Quizás en las metas que te has propuesto, en los estudios, en tu trabajo, en tus negocios, incluso en la vida espiritual.

Porque el justo cae siete veces; y vuelve a levantarse, pero los impíos caerán en la desgracia. —Proverbios 24:16

Posiblemente te has cansado de intentarlo y fracasar. Te propusiste serle fiel a Dios y fallaste nuevamente. No te des por vencido, la vida está llena de dificultades y derrotas, pero Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía sino de poder y dominio propio (2 Timoteo 1:7).

No dejes que el desánimo llene tu mente y te haga desistir. Sigue adelante, no te quedes en el suelo hasta caer en la desgracia. Levántate y prosigue a la meta, porque Dios está contigo y el galardón es grande. Recuerda el que prosigue lo consigue.

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