La paciencia se agota. Y el límite del ajuste lo dan los ajustados. Tarifas de servicios públicos impagables, desmedidas y abusivas. Combustibles atados al dólar. El dólar que sube y hace despilfarrar las reservas del Banco Central. Alimentos que se remarcan cada día. Despidos sin pausa. Obras públicas mal diseñadas y que perjudican a vecinos y vecinas. Y entonces. Será una cuestión de tiempo nomás.
«Cuando los pueblos agotan su paciencia, suelen hacer tronar el escarmiento«. Un frase de Juan D. Perón, presidente, la noche del 21 de junio de 1973. Otro contexto. Otra Argentina. Pero ciertamente que hace pensar.
Con subas de tarifas en servicios públicos, transporte, salud y combustibles. Con más de 150 panaderías en la Provincia de Buenos Aires cerradas por no poder pagar sus cuentas. En Luján cierra todos los días un local. No hay trabajo formal. Y con él, se acaban las changas que hacer sobrevivir muchas familias que se desesperan por vivir. En Torres no paran los asaltos a todo lo que se pueden llevar. Y no encuentran solución porque esa localidad la tienen de punto. La necesidad tiene cara de hereje. Y las políticas públicas, cada día, no hacen más que confirmar ese destino.
Cierran escuelas, cierran espacios culturales, cierran clubes de barrio. Leyendo algo de historia, la Década Infame se queda chica como para compararla. Colas de más de 2o cuadras para el verdurazo y el panazo en la Plaza del Congreso de la Nación. Clubes de Trueque para generar otro tipo de comercio, porque dinero ya no hay. Y sobre llovido, mojado. Dos días de lluvia intensa, 160 mm y el río a 3,09 en su pico de altura. Evacuados y la riña política chiquita. Que si está ausente el ejecutivo local, que si llega tarde, que si nadie la ve venir. Que si se puso botas la Gobernadora o ha pasado las noches despierta como prometiera en campaña. Acusaciones. Protestas. Que la autopista y el bypass y el Barrio Luna incomunicado. Que el Barrio Ameghino y el Barrio Elli, intransitables y anegados. ¿Y las obras? La nueva avenida Roca fue la trampa del agua para el Barrio San Juan de Dios y Covilú. Que la localidad de Olivera está signada al desastre natural y a la desidia estatal. Y todo esto ¿hasta cuándo?
Y esa pregunta sólo la responderá una ciudadanía informada, responsable de sí y con la capacidad de dirigir sus propios destinos. Consciente y valiente como para transformar su realidad a sus más deseados anhelos.