Así se desprende de datos oficiales de la Dirección Provincial de Estadísticas. Es principalmente por la apertura indiscriminada de las importaciones. En esta nota, la solución a la crisis.
La grave crisis que atraviesa el sector, golpeado fundamentalmente a raíz de la apertura de las importaciones, sigue acentuándose. En el ámbito bonaerense, fue el bloque que registró la caída más profunda durante el primer semestre de 2017, acumulando un descenso de 19,5%.
De acuerdo a los datos del Indicador Sintético Industria Manufacturera de la provincia de Buenos Aires (ISIM-PBA), desarrollado por la Dirección Provincial de Estadística, la producción de textiles y cueros presentó en junio una caída interanual de 11,8%, acumulando un descenso de 19,5% para el primer semestre del año en curso.
De acuerdo al estudio de la situación, la principal razón de la caída en la actividad es la apertura indiscriminada de las importaciones que se suma a la suba de las tarifas de los servicios públicos.
A lo largo de la historia las importaciones fueron controladas por los gobiernos en mano de los funcionarios principalmente de la Secretaria de Comercio: Así se cerraba o abría el grifo de las importaciones de acuerdo al criterio de la secretaría para tratar de proteger a la industria local.
El actual gobierno de la mano de sus funcionarios mantiene hoy el “grifo abierto” de las importaciones. ¿Y cómo perjudica eso a la industria? Es que sin administrar comercio para esa cadena de valor, la competitividad del sector no existe. Es imposible hoy competir con los productos que ingresan desde otros países donde el marco sociotécnico (Entorno) de las industrias es absolutamente distinto al argentino.
Desde hace años la solución está al alcance de la mano de los gobiernos, que manejan el estado: con la aplicación de la tecnología de vigilancia de mercado y evaluación de la conformidad se crea una red de contención adecuada para garantizar los puestos de trabajo, al tiempo que permite mantener actualizados los requisitos técnicos a nivel internacional. Si el sector textil pudiera de alguna forma administrar comercio a través de las reglas de la OMC, 700 mil puestos de trabajo en todo el territorio estarían garantizados.
Actualmente ingresan al país productos textiles importados que no cumplen con las reglas básicas de calidad dispuestas por las normas internacionales y esa es la causa de la falta de competitividad a la que se enfrentan los productores locales.
Pero la solución no se trata de prohibir las importaciones, sino de administrar técnicamente el ingreso de esos productos de calidad inaceptable que hoy llegan desde el exterior sin control de ningún tipo, y sin respetar siquiera los talles de las normas argentinas emitidas por IRAM.
La red de contención para el sector es provista por las reglas de la Organización Mundial de Comercio, y en este caso de los denomina Obstáculos Técnicos al Comercio, pero no como un obstáculo de importación o comercialización, sino como un obstáculo a los productos que no cumplen con un piso mínimo de calidad establecido por una norma técnica internacional.
En otras palabras, si los productores locales elaboran productos de calidad cumpliendo con un piso mínimo internacionalmente aceptado, en el país solo deberán comercializar productos que logren ese nivel. Esta simple pero tecnológica barrera, por sí misma impide el ingreso de productos textiles que se encojen al primer lavado, que se destiñen sobre la piel a la primer postura, que toma llama ante pequeñas chispas y que genera alergias por inadecuados niveles de pH o lo peor de todo: Son fabricados por obreros que son esclavos, que perciben 50 dólares mensuales y trabajan en condiciones paupérrimas de vida.
Actualmente, en la Argentina ocho cadenas de valor tiene obligación legal de cumplir con las normas técnicas, pero curiosamente aún, esa normativa no existe para el sector textil.
La de la implementación de estos sistemas para cuidar a la industria local, es una decisión política, cada segmento productivo necesita tener una red de contención, como la que le salva la vida a un equilibrista.