León XIV: Robert Prevost es el sucesor de Francisco

La fumata blanca emergió del techo de la Capilla Sixtina a las 13.16 (hora de Roma) y desató una ovación instantánea de peregrinos, fieles y turistas. La Plaza de la Santa Sede volvió a colmarse para escuchar al protodiácono Dominique Mamberti pronunciar la fórmula latina que marca cada transición pontificia.

Prevost, nacido en Chicago y con extensa misión pastoral en Perú, se impuso en la cuarta votación de los 133 cardenales. Su elección instala por primera vez a un estadounidense en la cátedra de Pedro y confirma la gravitación de América en la geopolítica eclesial: una Iglesia que mira al Sur y reconoce la potencia de los pueblos que claman por pan, tierra y trabajo.

Hijo de obreros en el Chicago industrial de 1955, ingresó a la Orden de San Agustín y pronto partió a los barrios populares de Chimbote y Chiclayo. Allí aprendió el castellano criollo, el quechua costeño y el pulso de una Iglesia que comparte mate y pan. Habla seis idiomas —inglés, español, italiano, francés, portugués y latín— y ese don lingüístico lo convirtió en puente entre cardenales de los cinco continentes. Su trayectoria combina academia y calle: se doctoró en Derecho Canónico en Roma, fue prior general agustino (2001‑2013) y obispo de Chiclayo antes de que Francisco lo convocara a Roma.

Esa biografía expresa el viraje “desde abajo” que entusiasma a comunidades de base, teólogos de la liberación y movimientos populares que ven en Prevost a un pastor curtido en la intemperie. Desde 2023 encabeza el Dicasterio para los Obispos, oficina clave que decide quién conduce cada diócesis. Allí firmó nombramientos que privilegiaron perfiles cercanos al pueblo y, según el entorno vaticano, cultivó una afinidad política y pastoral con el Papa argentino que hoy se traduce en continuidad doctrinal y sensibilidad social.

En los barrios populares argentinos se leyó el acontecimiento con la lente que dejó Francisco: justicia social, opción preferencial por los pobres y diálogo interreligioso frente a los poderes financieros.

La fecha refuerza el cariz histórico: solo otros dos pontífices resultaron electos en mayo (Clemente VI en 1342 y Pablo V en 1605). Habrá que ver si con León XIV comienza un capítulo que podrá profundizar la huella de Bergoglio o abrir inéditas tensiones con las derechas mundiales.

El nuevo sumo pontífice fue elegido el mismo día que, en 1887, la Virgen de Luján fue coronada por su antecesor. Un gesto que reabre una conexión profunda entre el Vaticano y la fe popular argentina.

Un 8 de mayo, pero de 1887, el papa León XIII coronaba a la Virgen de Luján. Aquel acto fue mucho más que un reconocimiento religioso: fue un abrazo simbólico entre Roma y la devoción criolla. Hoy, 137 años después, otro León —el XIV— es elegido como Papa justo en el mismo día. Una coincidencia cargada de sentido para millones de argentinos que celebran a nuestra patrona.

El nuevo pontífice eligió su nombre en homenaje a León XIII, el mismo que marcó la historia de Luján con la coronación que aún resuena en la memoria colectiva del país. Su elección se da justo cuando miles de fieles renuevan su fe en peregrinaciones, misas y promesas.

La Virgen de Luján fue reconocida oficialmente como patrona de la Argentina en 1930 por el Papa Pío XI, aunque su historia se remonta a 1630, cuando una pequeña imagen de la Inmaculada Concepción llegó desde Brasil enviada por un hacendado portugués. La carreta que la transportaba quedó inmóvil hasta que se bajó una de las dos imágenes: la que quedó fue la que hoy conocemos como Virgen de Luján.

León XIII, además, dejó una huella imborrable más allá del Vaticano. Su encíclica Rerum Novarum inspiró a generaciones de cristianos comprometidos con lo social. En Luján, no es solo doctrina: una calle lleva su nombre en el barrio Beláustegui de Pueblo Nuevo y una banda local se llama como su obra. Fue también inspiración para Don Julio Steverlynck, otro nombre clave en la historia popular del pueblo.

Hoy, la elección de León XIV en Roma vuelve a tender un puente con Luján.