El 15 de septiembre de 1897 ladrones sustrajeron del camarín de la Virgen de Luján en la basílica todas las joyas que adornaban a la sagrada estatuilla.
La noticia conmovió a toda la localidad lujanense. Las frenéticas pesquisas condujeron a la detención de varios individuos quienes dijeron tener domicilio en General Rodríguez dedicándose a la venta de embutidos. Las investigaciones prosiguieron esta vez en la granja de Pablo Tasso en General Rodríguez donde Angel, Cleto, y Néstor Mazzadri eran peones siendo interrogados hasta ser descubiertas las alhajas en el chiquero, donde a metro y medio debajo de la tierra fue hallada una bolsa de arpillera con las alhajas robadas, el corta fierros y limas de acero.
Al recobrarse las joyas se ofició un Tedeum en acción de gracias mientras las campanas sonaban si cesar. Cuando se supo que los rodriguenses serían trasladados a Luján, el pueblo de Luján manifestó su ira pretendiendo linchar a los profanadores, quienes debieron descender poco antes de la estación Luján, siendo defendidos por la policía con gran esfuerzo.
La historia no termina aquí, pues se descubrió que todavía faltaban joyas, hasta que nuevamente se volvió a la quinta de General Rodríguez para ser desenterradas, regresándose a Luján con 400 brillantes, zafiros, y perlas entre otras valiosas piedras preciosas.
En las imágenes, la corona de la Virgen que había sido seccionada en dos trozos y el estado de la basílica en el año 1899 poco después del robo.