El pasado 2 de abril, un matrimonio y sus dos pequeños hijos fallecieron a causa de un choque frontal. Ocurrió en la Ruta 44, acceso a la ciudad de Federación, Entre Ríos, cuando fueron colisionados frontalmente por otro auto. Ahora, las pericias confirmaron que el conductor que los chocó -menor de edad- circulaba a alta velocidad.
A fines de junio, un hombre (36) perdió la vida tras protagonizar un vuelco sobre la ruta provincial 51, Neuquén. El conductor (56) perdió el control del vehículo debido al exceso de velocidad y terminó volcando. El acompañante murió en el acto y el conductor está grave. *
Estas son solo algunas de las muertes evitables en rutas que trascendieron en los medios durante los últimos días. La velocidad es la causa presente en todas estas pérdidas irreparables.
El exceso de velocidad es una de las principales causas de muerte en el tránsito. Cada 15 km que aumenta la velocidad a partir de los 80 km/h se duplica el riesgo de morir en un siniestro.
Los países más avanzados en seguridad vial, están reduciendo drásticamente sus límites de velocidad en las rutas y en las ciudades. ¡Disminuir la velocidad salva vidas!
A mayor velocidad, mayor es el tiempo y la distancia que se necesita para detener el vehículo y más graves las consecuencias en caso de choque o vuelco. La velocidad máxima permitida por las señales o la reglamentación, no es siempre la más segura, pero la más segura nunca será superior a la máxima. Es necesario adecuar la velocidad a las circunstancias del camino, a las condiciones horarias y climáticas, por ejemplo, durante la noche, cuando llueve, cuando hay niebla, polvo, nieve, etc. Bajar la velocidad aumenta el margen para maniobrar.
Y cuando la ansiedad por llegar pronto, el cansancio, o el sentirte muy seguro y hábil al volante te tienten a apretar el acelerador… pensá en los muchos apurados que nunca llegaron.