La OMS estableció el 30 de enero como el Día de las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD). En los adjetivos que acompañan al sustantivo, está su definición. Tropicales porque son prevalentes en esos climas, pero con el impacto del calentamiento global varias se están expandiendo a regiones donde antes no existían. Y desatendidas porque apenas aparecen en los programas de salud mundial y se les dedica un ínfimo porcentaje de la inversión sanitaria y de investigación a su abordaje.
13 de ellas están en Argentina. Su impacto es disímil y van desde algunas con muy poca prevalencia (como la helmintiasis) al dengue conocido por todos, pasando por otras históricas que aún tienen un impacto a considerar, como la lepra o el Chagas.
Muchas de estas enfermedades, señala la OMS, se transmiten por vectores, están asociadas con ciclos biológicos complejos y el agente patógeno que las provoca se hospeda en un reservorio animal, factores que “dificultan su control desde un punto de vista de salud pública”.
Algunas avanzan con el cambio climático y otras están casi eliminadas.
Es el caso, por ejemplo, de la rabia. “Tenemos controlado el tema rabia, la eliminamos en perros y gatos en el país. El problema hoy es una rabia de difícil control, que está asociada a los murciélagos, ya que el 3% de estos animales portan virus rábico”, advierte Tomás Orduna, ex jefe de Medicina Tropical y Medicina del Viajero del Hospital Muñiz y miembro del Comité Científico de la Fundación Mundo Sano.
El infectólogo tropicalista recuerda que en 2021, y después de 13 años, hubo una muerte por rabia: una mujer policía falleció en Coronel Suárez por la mordedura de un gato callejero que había sido a su vez mordido por un murciélago. Dice que los murciélagos no se pueden controlar porque son millones de individuos, pero sí es posible controlar a perros y gatos: «Por eso apuntamos a la tenencia responsable de animales y a seguir sosteniendo la vacunación» de las mascotas.
El dengue y el cambio climático
Ante la simplificación de que todas las enfermedades tropicales se expanden por el cambio climático, Orduna aclara los tantos.
“No todo está pegado tan fácilmente al cambio climático. Sí puede haber una influencia, pero no podemos saber con certeza cuál va a ser el peso real de ese impacto potencial. Lo más claro es la expansión de la presencia de insectos vectores. Estamos viendo el Aedes aegypti en la ruta 2 llegando a Mar del Plata o en la 3 en Bahía Blanca, lo que claramente cambió en 20 o 25 años cuando teníamos que empezar a evaluar áreas de dengue”, señala.
El dengue es probablemente la enfermedad de este heterogéneo grupo de la que más hemos hablado y escuchado hablar en el último tiempo. Después de una temporada récord de casos en 2023, este verano el Aedes aegypti fue tema además por la falta de repelentes.
“Entre las dos últimas semanas del 2023 y las dos primeras del 2024, ya tenemos 11.000 casos en el NEA, casi la mitad de ellos en Chaco y el resto distribuido entre Formosa, Corrientes y Misiones”, contabilizó Orduna. Esta es la primera temporada en la que está disponible en el sector privado la vacuna: una diputada acaba de presentar un proyecto para incluirla en el Calendario Nacional de Vacunación para todos quienes hayan contraído previamente el virus.
Chagas y lepra
Orduna apunta que algunas de estas enfermedades “son bíblicas”, como la lepra, que se produce por la infección con una bacteria y afecta a la piel, pero también a los ojos y el sistema nervioso periférico. “Tenemos áreas endémicas, principalmente en el Nordeste, donde es menester el trabajo activo de búsqueda de pacientes para detectar casos y ofrecer tratamiento porque se cura”, afirma.
La sarna,también una enfermedad histórica, integra el grupo de las ectoparasitosis, infestaciones de la piel causadas por ácaros, pulgas o piojos que causan picazón intensa y sarpullidos.
No obstante, el especialista pone especial énfasis en el Chagas, porque afirma que es una enfermedad en la que se podría cambiar su curso para miles de pacientes.
“Creí que algún día iba a ver prácticamente el Chagas como una patología marginal, pero lamentablemente no. Desde 1969 tenemos un tratamiento con posibilidades de cura y que alrededor de 1.300 bebés al año nazcan positivos me parte la cabeza«, se enoja.
«Tenemos que tratar a todos los pibes menores de 19 años y dar una oferta de tratamiento a todas las mujeres positivas de Chagas en edad fértil y pre fértil, porque si son tratadas no van a dar a luz chicos con Chagas”, enfatiza el médico, quien demanda seguir generando compromiso de los equipos de salud para pensar en la enfermedad y tratarla adecuadamente, y empoderar a los pacientes para que reclamen el tratamiento.
ETD y desarrollo
Varias de las ETD que existen en Argentina tienen una incidencia menor, pero no es así su impacto para los pacientes que las sufren.
El micetoma y otras micosis profundas producen inflamaciones crónicas que causan la destrucción progresiva de la piel y de los tejidos subcutáneos; la teniasis es causada por la presencia de una tenia adulta en el intestino humano; y la cisticercosis se contrae al ingerir huevos de tenia que después producen larvas alojadas en los tejidos.
Las helmintiasis son transmitidas a partir de suelos contaminados por heces humanas y causan anemia, falta de vitamina A, malnutrición y retrasos del crecimiento, entre otros problemas. La trematodiasis de origen alimentario engloba a un grupo de infecciosas que se contraen al consumir pescado, crustáceos o vegetales contaminados con larvas de parásito. La hidatidosis (o equinococosis), es producida por el parásito “tenia del perro”, que forma quistes en los órganos humanos: es endémica en lugares de la Patagonia donde se da un particular ecosistema en el que interactúan ovejas, perros y humanos.
Otro ejemplo es la leishmaniasis, transmitida por la picadura de mosquitos flebótomos hembra infectados, que en su forma más grave ataca los órganos internos, mientras que en su forma más frecuente causa ulceraciones de la piel, cicatrices deformantes y discapacidad. La forma visceral, emergente en el país desde 2006, tiene una baja estadística pero una letalidad muy alta (cercana al 90%) si no se diagnóstica y trata oportunamente.
Respecto de las mordeduras de serpiente, también consideradas ETD, Orduna dice que el registro se detuvo en unos 600/700 casos anuales de los cuales el 97% corresponden a la yarará y que la posibilidad de encontrarse hoy con esta serpiente, con una cascabel o coral, que son las de riesgo para los humanos, disminuyó un 50% respecto a hace dos décadas porque el ecosistema de estos animales se redujo por “la expansión de todos los cultivos, la frontera sojera y el desmonte”.
En Argentina, el 99% de las personas que sufren una mordedura acceden rápidamente al suero antiofídico, que produce el ANLIS-Malbrán. “En el Sudeste asiático muchas mueren por no recibirlo”, dice.
Es que la clave para evitar todas estas patologías, remarca Orduna, es el desarrollo humano. “Eso es la base. Con un desarrollo socioeconómico adecuado, gran parte de estas patologías comienzan a disminuir numéricamente su incidencia y muchas de ellas se controlan y pasan a ser una rareza asociadas al ámbito silvestre pero sin ningún peso en la salud pública, como ha sucedido con muchas de estas enfermedades en Europa y Estados Unidos”, concluye.