Los técnicos de INTA Luján, Gabriela Sepulcri y Ariel Cogo, elaboraron un informe donde detallan los recaudos y procedimientos necesarios para utilizar la soja de la campaña 2017/2018 como alimento para porcinos. El trabajo brinda una serie de recomendaciones para poder utilizar los granos que tienen una calidad deficiente.
La campaña 2017/2018 fue complicada para la principal zona agrícola de Argentina, ya que algunas explotaciones atravesaron en el mismo ciclo períodos de sequía y exceso de agua. Los especialistas analizaron el semestre “noviembre 2017-abril 2018”, encontraron que los primeros 4 meses fueron de sequía, registrándose una anomalía de lluvias de aproximadamente -217 mm. Posteriormente, hacia fines de marzo y durante todo el mes de abril, se registraron precipitaciones muy superiores a los valores promedio de la zona, sumado a la cantidad de días consecutivos con lluvia que fueron más de 20.
Las condiciones climáticas fueron favorables para el desarrollo de enfermedades fúngicas en las plantas. Como resultado, una importante proporción de los cultivos se vio afectada, perdiendo gran parte de su valor comercial. Particularmente, en cuanto al cultivo de soja con estas condiciones de calidad solo se comercializa como subproducto en aproximadamente el 50% valor pizarra. De esta manera, por su bajo precio, podría transformarse en una fuente proteica atractiva para los pequeños productores porcinos, sobre todo en esta época de “cerdas flacas”, donde es muy importante optimizar los costos de producción. Esta es una alternativa viable si se tiene en cuenta que el alimento constituye hasta el 70% de los costos. Sin embargo, existen algunas condiciones a tener en cuenta para que el uso de este ingrediente sea seguro y no afecte negativamente la producción.
En términos generales, los aportes del poroto de soja en las dietas son conocidos por sus valores proteicos de hasta 42% y alrededor de 20% de grasa. Asimismo, el porcentaje de inclusión en dietas de monogástricos depende de la concentración de factor antinutritivo (anti tripsina), el cual es susceptible al tratamiento por calor. El tratamiento térmico puede realizarse por medio de desactivadores en seco, en húmedo o bien por el proceso de extrusión utilizado previo a la extracción de aceite por prensado, cuyo subproducto es el expeller de soja, ingrediente utilizado en gran proporción en dietas para porcinos. Existe una forma rápida de detectar si la desactivación de este factor fue correcta o no; se puede tomar una muestra del producto de soja (expeller, pellet de industria aceitera o poroto entero desactivado por extrusión o calor), molerlo, colocarlo en un recipiente tipo caja de petri transparente y colocar unas gotas de solución kit de rojo fenol. Si la muestra se tiñe de rojo por manchones, significa que está cruda y que no fue desactivada correctamente. En cambio, si la muestra no se tiñe y está acompañada de olor a tostado, significa que fue sometida a temperaturas excesivas, lo cual provocó que además de desactivar el factor antinutritivo, se alteraran las propiedades de las proteínas, perdiendo valor nutricional. Por último, si aparecen pequeños puntos rojos aislados en la muestra, significa que la temperatura utilizada fue la correcta, está desactivada y no se perdió valor nutritivo.
Por otra parte, es importante considerar que cuando el cultivo atraviesa períodos de exceso de humedad cercano a la cosecha es altamente probable que sufra ataque de hongos y consecuentemente posea micotoxinas, transformándolo si no se toman las precauciones necesarias en un alimento peligroso. En estos casos se debe regular el porcentaje de inclusión en base a los valores máximos tolerados de micotoxinas por especie y etapa productiva. También, en caso que sea económicamente posible, se pueden utilizar aditivos como secuestrantes de micotoxinas. En el caso de la producción porcina, una micotoxina muy nociva y que se ha encontrado en altas cantidades es la Zerealenona. El nivel máximo tolerado es de 50 ppb (microgramos/kg). Para tener una referencia de la concentración de esta micotoxina en muestras de soja afectadas por períodos prolongados de exceso hídrico, se tomó en cuenta el trabajo publicado por Elizalde y Riffel, 2016 (http://www.elizalderiffel.com.ar/publicaciones.php), donde analizaron 5 muestras de soja y obtuvieron valores entre 265 y 1000 ppb (entre 5 y 20 veces superior al máximo tolerable para la especie porcina). Por otra parte, se debe tener en cuenta que los tiempos de almacenamiento del grano en estas condiciones deben ser cortos ya que con el tiempo aumenta la degradación de la calidad y el ataque de insectos y microorganismos.
Finalmente, es necesario aclarar que el factor antinutricional (antitripsina) contenido en la soja se desactiva por calor pero las micotoxinas no ya que quedan exentas de este tratamiento y permanecen aún luego de la desactivación por calor o extrusión.
A continuación se brindan algunas recomendaciones para que los productores puedan utilizar en forma segura la soja de esta campaña:
Al momento de utilizar soja o alguno de sus derivados es necesario que hayan sido sometidos a una fuente de calor que desactive los factores anti nutricionales (inhibidores de tripsina). Se debe recordar que este tratamiento no contrarresta el efecto de las toxinas de hongos presentes en los granos (micotoxinas).
- La inclusión de secuestrantes de toxinas en la formulación del alimento es fundamental, principalmente si el porcentaje de inclusión es mayor al 15% y si las categorías a destinar el alimento son susceptibles (reproducción, temprana edad). Las categorías más delicadas son las hembras gestantes y en lactancia, luego siguen los padrillos, lechones de recria y por último los cachorros y gordos tienen un mayor nivel de tolerancia.
- La soja de esta campaña debe utilizarse al poco tiempo de haberla adquirido, se debe evitar su almacenamiento por tiempo prolongado. De esta forma, se minimiza la aparición de otros problemas asociados como los hongos y sus toxinas, ataques de ácaros, insectos y roedores, prosecución del detrimento y degradación del grano y su consecuente disminución del valor nutricional.
- Con los valores informados de presencia de micotoxinas, sobre todo de Zerealenona en la soja y sus derivados de esta campaña, no se recomienda su inclusión en dietas de gestación aun si se considera el agregado de secuestrantes.