Por Marcela Waisman Campos (MN 108484), neuropsiquiatra, neuróloga cognitiva y magister en Neuropsicofarmacologia.
El estilo de vida no es algo que dependa exclusivamente de la voluntad de cada individuo, se desarrolla en relación con las condiciones de vida que nos impone nuestra sociedad. Sin embargo, hay un espacio para la libertad y la responsabilidad de cada uno sobre su propia conducta adecuada para conservar o no la salud.
Hay un espacio para informarse como el hogar, el periodismo, los padres, los ámbitos académicos y las políticas de salud. Los hábitos nocivos o no, para la salud, se adquieren desde la infancia.
La edad crítica para el inicio del consumo de drogas psicoactivas se sitúa entre los 12 y los 15 años, con factores de protección y de riesgo a tener en cuenta.
Más allá de las posibles influencias sociales o de los intereses políticos, la educación sobre el impacto del uso de sustancias psicoactivas (de todas, lo que llamamos policonsumo) es cada vez más necesaria.
La experimentación con productos que modifiquen el sistema nervioso central se inicia al pensar la posibilidad de consumir «algo» que «modifique algo» o «cambiar lo que siento» o «divertirme».
Algunos refieren que buscan relajarse y perder la inhibición, o lograr más impulsividad, e ignoran o minimizan las consecuencias de los consumos tipo atracón, en periodos breves o sea intoxicación y los consumos de varios productos repartidos cada día de manera crónica, a largo plazo. Son dos patrones distintos con impactos distintos para la salud de la persona y la sociedad.
No se llega a la búsqueda de fentanilo en un paso. Se inicia un proceso de desregulación emocional, déficit en el circuito de recompensa e impulsividad. Inician con estimulante, como el tabaco y un depresor como el alcohol y continua con productos con cafeína, estimulantes y continua con otro depresor como marihuana y la desregulación avanza.
Y luego requieren mas potencia en ese vademécum que está hoy en la calle y así aparecen otros depresores del sistema nervioso central como los opioides. Siempre pensando que es posible volver al estado basal, es como pensar que luego de una fractura de un hueso ese hueso será el mismo, pues no. Y el mercado sigue y seguirá confundiéndonos en esto de manejar el estrés de manera rápida y barata pero dudamos o minimizamos el daño. Es como desinflar las gomas del auto y esperar no chocar.
Los opioides surgen como desafío del alivio adecuado del dolor, que constituye un derecho humano. Los analgésicos opioides han demostrado utilidad para el control del dolor moderado a severo. El riesgo de uso inadecuado, del trastorno por consumo leve, moderado o severo vinculados con opioides o con su combinación con otras sustancias, constituye un desafío adicional al manejo del síntoma.
El consumo de drogas de prescripción médica es de alta prevalencia, acompañado de una mayor prevalencia de casos de sobredosis fatales o intoxicación, fundamentalmente ligados a opioides, benzodiazepinas y alcohol.
El desvío casual o descuidado de opioides es responsable de hasta el 50% de las muertes, ya que hay tolerancia o sea la necesidad de aumentar la dosis para conseguir el mismo efecto, pero no hay tolerancia de la depresión respiratoria que producen, algunos ejemplos de estos productos son codeína, morfina, oxicodona en formulaciones de liberación rápida y controlada, metadona, fentanilo, hidrocodona, entre otros.
El fentanilo es un opioide sintético. Hay dos tipo: el fentanilo producto farmaceutico y el fentanilo fabricado ilícitamente. El primero es indicado por médicos para tratamiento de dolor intenso, especialmente después de una operación o en etapa avanzada de cáncer.
Los casos recientes están vinculados con fentanilo fabricado ilícitamente, por su efecto similar a la heroína, y a veces se añade, mal llamado contaminante ya que el usuario de drogas busca la novedad siempre ante la ausencia de resultado con su producto actual, por eso policonsumo, el error es buscar en el vademécum de la calle, igual que usar un anteojo no recetado, nunca voy a ver bien y encima voy a dañarme.
Al igual que la heroína, la morfina y otras drogas opioides, el fentanilo actúa uniéndose a los receptores opioides que se encuentran en áreas del cerebro que controlan el dolor y las emociones.
Después de consumir opioides muchas veces, el cerebro se adapta a la droga y su sensibilidad disminuye, lo que hace que resulte difícil sentir placer con otra cosa que no sea la droga.
Las actividades de recompensa naturales no pueden competir con estos productos al inicio y luego «lastiman la tecla con la cual sentimos placer».
Cuando una persona progresa de leve, moderado a grave en el consumo de alguna sustancia, la búsqueda y el consumo de la droga se apoderan de su vida de recompensa y es un monopolio, donde el resto de sus actividades se verán afectadas, desde el ánimo, la cognición, el patrón del sueño y del apetito.
Cuando se produce una sobredosis de fentanilo, la respiración se puede hacer muy lenta o detenerse por completo. Esto puede reducir la cantidad de oxígeno que llega al cerebro o sea la hipoxia puede llevar a un estado de coma y causar daños permanentes en el cerebro; también puede causar la muerte.
Al dejar de consumir fentanilo, se pueden experimentar varios síntomas de abstinencia que a veces comienzan apenas unas pocas horas después de haber consumido la droga por última vez. Estos síntomas incluyen:
* dolores en músculos y huesos
* problemas para dormir
* diarrea y vómitos
* escalofríos con «piel de gallina»
* movimientos incontrolables de las piernas
* deseos intensos de consumir la droga
Medio millón de muertes en todo el mundo se atribuyen anualmente al consumo de drogas, y aún más muertes ocurren a través de la asociación indirecta, se considera el uso como un factor de riesgo para la muerte prematura (OMS 2021).
El alcohol se relaciona con 3 millones de muertes por año y el tabaco con 8 millones de muertes al año. Más de 7 millones del consumo de tabaco directamente y aproximadamente 1,2 millones de la exposición al humo de segunda mano (OMS 2021).
Cada nuevo producto que aparece, es un nuevo desafío clínico para los especialistas en adicciones y para la sociedad en general que persiste paralizada y observa. Cuando quienes consumen fentanilo parecen «zombies», es tarde. Antes eran simples consumidores que beneficiaban al llamado dealer y sus eslabones.
Los profesionales de la salud y la sociedad tenemos el desafío cultural a cada nuevo producto creado por el humano con promesas que luego crearán intoxicaciones y el síndrome de abstinencia. Por lo cual el sistema de salud recibirá el desafío del tratamiento: la desintoxicación.