Un estudio reveló que la mayoría de los profesionales de la salud no toma la presión arterial

La hipertensión arterial es uno de los principales factores de riesgo en salud pública. Por eso, tener la presión bajo control es clave. Para eso es necesario algo obvio: tomarse la presión o que el médico se la tome al paciente cuando concurre al consultorio. Lo increíble es que muchos médicos no cumplen con este trámite elemental del chequeo clínico.

Una investigación denominada “Registro Argentino de Medición de la Presión Arterial en Consultorio”, realizada por la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA) y publicado por el diario Clarín, reveló que sólo el 14 por ciento de los profesionales de la salud les toman la presión a sus pacientes.

“En Argentina, como en varios países, se desconoce con qué frecuencia se realiza la medición y el registro de la presión arterial en aquellos pacientes que acceden a un centro asistencial. Nuestra hipótesis es que existe inercia médica principalmente en especialidades relacionadas a la enfermedad cardiovascular, generando un déficit en el primer eslabón del diagnóstico de la hipertensión arterial”, dice el trabajo de la SAHA.

Participaron del estudio 9 instituciones (2 públicas y 7 privadas) de 6 provincias del país: Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Salta, Santa Cruz y Santa Fe. En total se relevaron 2.982 consultas efectuadas a lo largo de un día. La presión arterial fue medida en 420 de 2.982 consultas, sin diferencias entre varones y mujeres.

“El antecedente de hipertensión arterial y de enfermedades cardiovasculares (ECV) fueron las variables que más se asociaron a la medición y registro de la presión arterial. La presencia de cáncer se asoció con un 50 por ciento menos de posibilidad de la medición de la presión”, indica el informe.

En las conclusiones, los investigadores afirman haber confirmado la hipótesis “de una muy baja prevalencia de medición y registro de la presión arterial en instituciones médicas de la Argentina”. También aseguran que “existe un sesgo al medir la presión a favor de los hipertensos conocidos o personas con ECV previa, y una tendencia a no medir la presión a los pacientes que presentan antecedentes de enfermedad oncológica”.

La hipertensión arterial es el factor de riesgo más prevalente y se estima que una de cada 2 personas mayores de 30 anos la padecen en Argentina. “Lamentablemente el nivel de conocimiento y control de esta enfermedad continúa siendo deficitario. Este déficit resulta inadmisible si se considera que se trata de una enfermedad de relativo fácil diagnóstico y manejo con los tratamientos actuales”, afirman.

La baja tasa de conocimiento y control es atribuida a múltiples factores, que incluyen “factores propios del paciente (falta de adherencia a la medicación, efectos adversos de las drogas, desconocimiento de los riesgos), como así también de los beneficios del tratamiento, déficit de memoria, nivel de educación y de ingresos económicos, del acto médico (tiempo de la consulta, disponibilidad de tensiómetros validados e inercia terapéutica) y del sistema de salud (acceso a la consulta, facilitación de la toma de presión, educación sanitaria)”.

En cuanto a la baja medición de la presión en pacientes oncológicos, se dice que “es posible que los médicos la omitan relacionando la enfermedad oncológica a una corta expectativa de vida y asocien el riesgo cardiovascular de la hipertensión a más largo plazo. Sin embargo, la expectativa de vida en muchos tipos de tumores se ha prolongado y la prevalencia de comorbilidades cardiovasculares, incluida hipertensión, han aumentado e incluso empeoran según la terapia oncológica que se utilice”.

Los resultados de la investigación son lapidarios también para otra especialidad médica. “Llamativamente observamos que la presencia de diabetes no se asoció con mayor toma de presión, y en consonancia con este hallazgo los pacientes que concurrieron a la consulta diabetológica fueron uno de los grupos en que menos frecuentemente se les midió y registró la presión (3,6%)”.

¿A qué atribuyen esa omisión? “Quizás la visión del control glucémico (glucocéntrico) impide al diabetólogo o al clínico general abordar al paciente desde el riesgo cardiovascular global, donde la presión tiene tanto o mayor valor que el control glucémico, especialmente en estos pacientes donde la prevalencia de hipertensión en todas sus formas (diurna, nocturna y resistente) se encuentra aumentada”, concluyen.

Marcos Marín, cardiólogo experto en hipertensión arterial y ex presidente de la SAHA, dice que “si bien en la consulta médica es fundamental medir la presión arterial, la mala noticia es que los médicos no miden la presión arterial. Es muy simple de diagnosticar y la gran mayoría de los médicos no lo hace. Hablamos de inercia médica y terapéutica. Sería ideal que cada médico además de un estetoscopio colgando, tenga un tensiómetro propio, porque el hospital no se lo va a dar y el sanatorio tampoco. Cada médico debería tener un tensiómetro automático validado. Si eso no ocurre, la otra alternativa es que la familia tenga un tensiómetro en su domicilio, que puede ir rotando entre sus integrantes. Eso es empoderar al paciente”.

Sólo el 14 por ciento de los médicos en la consulta le tomó la presión al paciente.Sólo el 14 por ciento de los médicos en la consulta le tomó la presión al paciente.

“La hipertensión es el principal factor de riesgo para un ACV. Es el segundo factor de riesgo para un infarto de miocardio. En los países de alto desarrollo esto no se ve, porque está mucho mejor tratada la hipertensión. Los pacientes tienen un mejor grado de control. En Estados Unidos o Alemania el nivel de control de la hipertensión está entre en un 50 y un 60 por ciento. Nosotros apenas llegamos al 20 por ciento”, agrega Marín.

“En Argentina, de cada 100 pacientes hipertensos, 40 ni siquiera lo saben (ahí el acceso al sistema de salud debe ser el factor más importante). De los otros 60 que sí saben que son hipertensos, más de la mitad no está bien controlado. Sus valores de presión arterial no alcanzaron los objetivos terapéuticos (14/9 en nuestro país) y para los que ya tuvieron un evento o son diabéticos ese objetivo baja (13/8)”, explica el experto.

¿Por qué después de los 60 años es más probable que las personas se vuelvan hipertensas?

 “La presión depende del volumen de sangre que eyecta el corazón y de la resistencia periférica, es decir, de cómo están las arterias. Y las arterias con los años se van poniendo más rígidas, menos flexibles. Ese aumento de la rigidez causa un aumento de la resistencia. Entonces conforme aumenta la edad sube la prevalencia de hipertensión arterial. A los 60 años, el 60 por ciento lo sufre. A los 70, el 70 por ciento y así va subiendo”.

¿Cuánto influye comer menos sodio y hacer ejercicio físico para combatir la hipertensión?

“Tener buenos hábitos sirve para que la hipertensión aparezca más tarde. Pero no hay ningún estudio que haya concluido en que si hacés actividad física y comés menos sal nunca vas a desarrollar hipertensión arterial. Sí son dos pilares fundamentales para todo el mundo y para los hipertensos más todavía. El consumo de sodio en Argentina está en 12 gramos de sal por día. En la provincia de Buenos Aires por ley se hizo que las panaderías hicieran el pan con menos sal y eso hizo que el promedio bajara de 12 a 11. Cuando lo recomendable para la población debería ser 5 o 6 gramos de sal por día. Estamos consumiendo el doble de lo que se supone debería ser saludable”.

Por último, el cardiólogo recordó que “así como es muy malo comer mucho sodio, es muy bueno comer mucho potasio para contrarrestar. Si comés mucho más potasio que sal va a redundar muchísimo en tu salud. Potasio que encontramos en el tomate, el kiwi, la banana. A mis pacientes les digo que a veces uno se puede dar el lujo de comer un sandwich de miga o una porción de pizza pero después de eso debería haber un alto consumo de potasio”.