Escribe Ezequiel Beer – Geógrafo UBA / Analista político.
Las severas advertencias publicitadas por el amplio arco científico durante las ultimas cuatro décadas en relación al ritmo de crecimiento, su expansión espacial, su nivel de acumulación monetaria y de sus efectos directos sobre el Medio Ambiente a vistas en el tiempo ya no son solo un pronostico sino una dura realidad cotidiana.
La disminución de la capa de ozono producto de la emisión masiva de gases contaminantes a la atmosfera también han dado origen al actual Cambio Climático que en estas semanas golpea de lleno la Argentina con un nivel récord de sequias y de altas temperaturas que pueden poner en peligro las previsiones de crecimiento económico para el año 2023 lo que auguraría que el país pueda llegar a entrar en una recesión.
Señalamos a la Geografía como una ciencia síntesis que puede interpolar variables físico/naturales con otras del tipo humano y de su plasmación territorial o regional es decir, comprender la relación entre un fenómeno climático con un proceso económico algo que la diferencia en su totalidad de otras ciencias.
Los acontecimientos del Cambio Climático exacerban otros procesos naturales como La Niña o El Niño que dan explicación a la situación atmosférica reinante en el país durante el mes de marzo del corriente año y que pueden tener una repitencia mayor en el tiempo de persistir el ritmo de desarrollo actual y de sus mecanismos intrínsecos.
La casi imposibilidad de un giro rotundo en el sistema productivo mundial solo deja la posibilidad de aggionar sus mecanismos en procura de preservación terrestre como así también – fenómeno que de cierta manera se esta dando – la existencia de cambios en las formas de consumo de la población.
La utilización de energía no fosil es un avance pero aun el poder del petróleo y de sus derivados sustenta los circuitos productivos mundiales y de hecho su traslado político y financiero.
Un antiguo concepto – guardado bajo siete llaves luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial – es el de la Geopolítica que ha entrado en un vigoroso desenvolvimiento a partir de los acontecimientos del año 2001, de la expansión estadounidense sobre Medio Oriente y ahora ante el conflicto ruso-ucraniano y de las consecuencias que ya todos conocemos.
También en el Cono Sur se ha producido una nueva situación geopolítica ante el esperado triunfo electoral de Lula en el año 2022 y de su estratégica incidencia en los procesos de integración regional entre Argentina y Brasil.
La presencia – casi casual – de Daniel Scioli como Embajador Argentino permito – a pesar del Ex Presidente Bolsonaro – una serie de sustantivos avances bilaterales que en el contexto electoral local del presente año podrían darle un lugar expectante en la grilla de candidatos pasibles de obtener la victoria presidencial.
Es decir la geopolítica regional podría enmarcar la profundización de un nuevo eje de desarrollo conjunto para que pueda luego irradiarse al resto de los países vecinos y como bloque interactuar en términos globales.
Nuestro Sur Continente se caracteriza por ser de las pocas regiones de paz del mundo y con una variedad tanto ambiental como cultural casi única.
El mundo que se avecina será aquel que pujara agresivamente por la ostensión de recursos naturales para su supervivencia vital por lo tanto se debe obrar en conjunto con todos los países para que los mismos puedan ser objeto de un consumo no solo responsable sino renovable.
Generar también una política nacional y regional de Defensa es otro de los desafíos venideros desde una posición defensiva.
La Geografía es la llave necesaria para comprender no solo la situación sino la evolución de un mundo en permanente transformación.