Javier, el padre del joven asesinado este domingo por barrabravas de Alem dialogó con el canal televisivo La Nación + y entre lágrimas brindó su testimonio sobre lo acontecido.
En diálogo con el periodista Luis Novaresio en el canal la Nación + Javier, el padre de Joaquín, el joven asesinado este domingo expresó su hondo dolor por los hechos acaecidos.
«Era mi sol, un chico tímido, recién escuchaba que tenía un número, creo que el 349 por violencia en el fútbol. No lo puedo creer porque Luján es un lugar chico, fue a ver a su club y salen unos locos a disparar a toda la gente, no se en qué país vivimos. Vinieron a arrebatarle la vida, 18 años el negro. Seguramente debe estar orgulloso porque voy a hacer lo imposible para que se haga justicia, no puede no haber detenidos con tantas cámaras», fueron sus primeras palabras en medio del llanto.
Luego, Javier señaló que «los amigos dicen que él salió de la cancha porque iban todos para afuera y estaba esa gente disparando y la policía con balas de goma. Todo era un caos, si no estaba la policía quizás se arrimaban más y mataban a más gente. La cuestión de ellos era matar, quieren matar a todos. Quiero que se haga justicia. Mi hijo no sabía andar en moto, no tenía tatuajes, era un chico que pedía permiso para todo. No tenía una zapatilla y no te la pedía, no te pedía nada y sabía que le hacían falta muchas cosas».
El testimonio se volvió angustiante al recordar su día a día. Expresó que «mi negrito tiene un número, yo no quería que esto pasara, nadie quiere esto pero no pensaba que podría llegar a pasar. Nosotros tenemos un hogar de abuelos, tratamos de dar vida a la gente, los abuelitos lo querían mucho a él, cuando teníamos que hacer siempre ayudaba. Yo estaba ahí cuando me enteré». Y agregó: «No pueden ir visitantes y encima armados. Si queres ir, andá, pero disimulado no vayas a lastimar. Ellos fueron a lastimar y le pegaron un tiro a mi negro y ahora le están haciendo la autopsia. Lucas, su hermano mayor, tiene toda la culpa porque fue quien lo llevó a la cancha».
Consultado por los agresores, el hombre indicó que «no le deseo la muerte a nadie pero tiene que pagar el que lo hizo, tiene que caersele una lágrima, mirá como dejamos esa familia, le pusimos un número en la cabeza. Esta gente se tiene que pudrir en la cárcel, ni siquiera en una cancha de primera división hacen esto. Se fueron cuando se le vaciaron los cargadores».
Por último, admitió que no tuvo comunicación la dirigencia de Luján. «Es un lugar chico esto, hay cámaras, es fácil encontrarlos. Les pido que me ayuden a encontrarlos, que haya gente presa. Nadie de Luján se acercó a darnos una mano, yo por eso ayer me enojaba con mi hijo y decía que ellos no iban a venir a darte algo cuando me hablaba de los colores».
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