El genial Alberdi y su impensado `Refugio Lujanense’ en «Los Talas»

Escribe el Dr. Néstor Fabián Migueliz.-

“Juan Bautista Alberdi es el personaje de mayor gravitación intelectual en la formación de las instituciones argentinas” – Jorge Mayer

UN CARGO CONSTITUCIONAL POR SÓLO MESES

Por sólo durante nueve meses, el ilustre jurista tucumano se desempeñó como Diputado de la Nación entre los años 1879 y 1880. Fue el único y escueto cargo de jerarquía constitucional que ejerció este hombre que -como veremos- “pensó por todos los argentinos” en la extensa vida que transcurrió, simultáneamente con el alumbramiento de la Patria, en 1810 y se apagó en 1884.
La interpretación de este dato aislado y frío, nos priva de conocer que nuestro personaje fue y es mucho más que eso.
Alberdi es el conductor ideológico del proceso constitucionalizador argentino, ocupando un rol exclusivo, clave y único entre 1852 y 1860, que proyecta el afianzamiento de la Nación hacia 1880 y cuyas instituciones permanecen vigentes hasta nuestros días.

UNA INTENSA Y PROLÍFICA VIDA INTELECTUAL

Ve la luz en el “jardín de la República” el 29 de agosto 1810. Hacia 1816, ingresa a la escuela primaria que había fundado Manuel Belgrano. Para 1824, abandona prematuramente sus estudios en el Colegio de Ciencias Morales de Buenos Aires por dificultades de adaptación a las exigencias de la enseñanza. Llega hasta aquí, merced a una suerte de de beca y cupo que se otorgaba a las provincias por recomendación de los gobernadores. Hacia 1832, Alberdi es flamante estudiante de la carrera de Leyes cursando como alumno de la Universidad de Buenos Aires (continuaría sus estudios en la Universidad Nacional de Córdoba, culminándolos en Montevideo en 1840; obteniendo su título de doctor en jurisprudencia durante su exilio chileno). Ese mismo año, en Buenos Aires, escribió dos pequeños folletos sobre temática artística, El espíritu de la música a la capacidad de todo el mundo, y Ensayo sobre un método nuevo para aprender a tocar el piano con la mayor facilidad. Dos años más tarde, viaja a su provincia natal deteniéndose -para rendir exámenes- en la Universidad de Córdoba, y obteniendo allí el título de bachiller en leyes (grado intermedio que no lo habilitaba para ejercer la profesión, pues debía cursar dos años en la Academia de Práctica Forense y rendir un examen ante la Cámara de apelaciones).

También hacia 1834 escribió Memoria descriptiva de Tucumán, al regresar a Buenos Aires con intenciones de graduarse. Comienza a vincularse al Salón Literario, fundado por Marcos Sastre y Esteban Echeverría, y resulta orador en su inauguración en 1837. Continúa trabajando en un ensayo jurídico y lo publica este último año. Es lo que pensaba que sería su tesis doctoral, Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho (una suerte de diagnóstico de la situación nacional y sus posibles soluciones). Editó también un periódico, La moda, una gacetilla semanal de música, poesía, literatura y costumbres, donde se llegan a publicar en total 23 números.

Hacia 1838 -entre otros, junto a Esteban Echeverría y Juan María Gutiérrez- funda la Asociación de la Joven Generación Argentina (siguiendo el modelo de las asociaciones románticas y revolucionarias de Europa). Este grupo de intelectuales pasará a la historia como la «Generación del 37». Casi al final del año, -y debido a su negativa a prestar juramento al régimen federal rosista y temiendo la persecución policíaca del regimen- inició un exilio voluntario en Montevideo. Allí realiza publicaciones antirrosistas como El Grito Argentino y Muera y dos obras teatrales: La Revolución de Mayo y El Gigante Amapolas. En 1843 -durante el sitio de Montevideo por parte de un ejército porteño al mando de Manuel Oribe- partió clandestinamente hacia Europa (Turín , Milán, Génova destino final, luego París, unos pocos meses), y donde conoció al general José de San Martín. Al final de ese año, regresó a América y se radicó en Valparaíso, Chile, donde adquirió la finca Las Delicias y ejerció la abogacía. Escribió numerosos artículos costumbristas en los periódicos chilenos -bajo el el seudónimo de Figarillo- a lo largo de una residencia de 17 años en el país trasandino.

Hacia febrero de 1852 se enteró de la derrota de Rosas en la batalla de Caseros. Se puso a escribir un “apurado” tratado acerca de la futura Constitución Argentina, las Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina; lo publicó en el mes de mayo de ese mismo año. Los constituyentes que se reunieron en Santa Fe, entre cuyos redactores se encontraba su amigo Juan María Gutiérrez, sancionaron la Constitución de la Confederación Argentina, en 1853 en base al texto de nuestro tucumano. Para el mismo 1853, escribe «Elementos del Derecho Público Provincial»; y en 1854, «Sistema Económico y rentístico de la Confederación Argentina. Al año siguiente -y ya constitucionalizada la República- fue nombrado consejero del gobierno del general Justo José de Urquiza y representante plenipotenciario de la Confederación Argentina en la legaciones de París, Madrid, el Vaticano y Londres. En abril de 1855, partió finalmente hacia Europa. Se detuvo primero en los Estados Unidos donde se entrevistó con el presidente Franklin Pierce.

Luego pasó a Londres, donde conoció a la reina Victoria y, finalmente, a París, donde se radicaría por 24 años. 1858, se entrevistó en España con la reina Isabel II y consiguió el reconocimiento de la Confederación. A partir de 1862, sus gestiones diplomáticas en el exterior fueron interrumpidas (a partir de la reunificación de la Nación; reforma constitucional de 1860 mediante). Al asumir la presidencia Bartolomé Mitre -triunfador sobre Urquiza en Pavón- se exilió permaneciendo en Francia. 1872, bajo la profunda impresión que le produjo la derrota paraguaya en el conflicto y sus secuelas en la población del país hermano, escribió El Crimen de la Guerra. Retorna a establecerse en el país en 1879 (al ser elegido como diputado al Congreso Nacional por Tucumán) y ocupa por 9 meses esa banca hasta el conflicto entre los poderes nacional y bonarense (lo que culmina con la caducidad de los mandatos de los legisladores que no se trasladaron a Belgrano, y con la federalización de la ciudad porteña). Sin embargo, al cesar en sus funciones una fuerte disputa con Bartolomé Mitre lo empujó a trasladarse a Francia nuevamente.

Casi a fines de 1880, el flamante presidente, el tucumano Julio A. Roca propuso que el Estado argentino publicase las obras completas de Alberdi, pero Mitre lanzó, desde las páginas de La Nación, una feroz campaña en contra del proyecto que terminó por ser rechazado por los senadores, quienes también vetaron su nombramiento como embajador en Francia. En el segundo semestre de 1881, partió rumbo a Francia para ya no retornar nunca más. El 19 de junio de 1884 muere en Neuilly-sur-Seine, suburbio de París, a la edad de 73 años. Para 1889, sus restos fueron repatriados y descansaron -durante años- en el cementerio de la Recoleta. Hoy lo hacen en un monumento erigido en la sede de la gobernación de la provincia del Tucumán.

LA DIMENSIÓN, TRASCENDENCIA Y PROYECCIÓN DEL PENSAMIENTO POLÍTICOINSTITUCIONAL ALBERDIANO. UN DISEÑO DE PAÍS

No nos deja JUAN BAUTISTA ALBERDI campeonatos mundiales ganados, ni famosas películas; … tampoco grandes y reproducidos hits… No nos deja importantes marcas ni empresas hiperprósperas ni célebres campañas publicitarias; … No nos deja – ya insertos en el proceso histórico argentino – heroicas gestas militares ni grandilocuentes discursos o actos masivos; … no nos deja regalos ni prebendas, ni beneficios fáciles de adquirir; no nos deja “clientelismo partidario” ni otras tergiversaciones o vicios de la noble política…. Nos lega mucho más – y esencialmente más omnicomprensivo, superador y útil – que todo eso.

¿Por qué merece Alberdi nuestro reconocimiento ? ¿ Cuál es su legado sustancial ?

Su aporte puntualmente concretado entre 1850/60, no tiene parangón por la indudable y visible proyección futura. El congreso general -convocado después de Caseros- hizo su legendario e histórico trabajo (1852/53), bajo la intelectual paternidad del tucumano (ausente, exiliado en Chile), quien había enviado sus imprescindibles “Bases” al propio Urquiza y a los constituyentes (especialmente, a las mejores “espadas” del constitucionalismo argentino como Juan María Gutiérrez y José Benjamín Gorostiaga, quienes escriben luego la letra sustanciosa y fina del Texto Fundamental). Su mejor trabajo es el “anteproyecto de Constitución”, suficientemente fundado por esas precedentes “bases y puntos de partida”. Propone allí que las instituciones se adecúen “a las necesidades y a los antecedentes históricos” del país en que se quieren instaurar, sosteniendo como principales metas “poblar con inmigrantes y desarrollar económica y culturalmente” a la Argentina.

Con relación a la polémica mantenida con Domingo Faustino Sarmiento, las diferentes posturas de ambos argentinos -que intelectualmente lideraban grupos de exiliados en el país trasandino, ante la caída de Juan Manuel de Rosas y el futuro argentino- constituyen aspectos de la historia (especialmente de la historia de las ideas políticas argentinas) de suma importancia y que muestran facetas, pasiones, principios, conductas y actitudes diversas ante un hecho determinante y objetivo. Las armas del jerarquizado duelo: la pluma y la tinta sobre el papel prensa; Sarmiento blande «las Ciento y una» -que escribe desde Santiago- y opone Alberdi «las cartas quillotanas», redactadas precisamente en Quillota.

No es Sarmiento quien gana «esa batalla», pues ese «ser enorme y extraño» se choca contra aquél que, en ese momento «clave» para el futuro y el «qué hacer» colectivo, ha pensado por todos los argentinos y ha volcado ello en las ya publicadas «Bases» (mayo, 1852), las que han dado sus frutos ante la eficacia del Acuerdo de San Nicolás de los Arroyos. Como ha escrito Ricardo Zorraquín Becú, «arremete y tropieza contra Alberdi y cae». Chocan «dos filosofías ocasionalmente distintas, dos temperamentos diferentes, dos posiciones frente al orden político, dos maneras de sentir la patria».

Sarmiento gana la batalla,… gana la «guerra del hacer» (más no así Alberdi, ausente muchos años del país), del llevar a cabo: es el gran ejecutor, «el gran hacedor» -en toda su acción pública a lo largo de más de tres décadas después- del programa común volcado oportunamente en la Carta Fundamental en 1853/60 bajo la directa inspiración de Alberdi y el trabajo constituyente de José Benjamín Gorostiaga y Juan María Gutiérrez. República, progreso, inmigración, libertad de comercio, propiedad, división de poderes, educación, prosperidad, libertad de prensa y de cultos, autonomía provincial, federación, etc. son las claves del programa político de la Constitución histórica.

Se nos ha preguntado: “¿ quién fue el supremo legislador, Alberdi o Urquiza ?”. Y nos contesta un estudioso: “ el legislador sigue siendo Alberdi y Urquiza el hombre excepcional, el brazo que ejecuta el pensamiento” (Dardo Pérez Guilhou. “El pensamiento conservador de Alberdi y la Constitución de 1853” , 1984).
¿Cuál es el saldo del congreso ? Cuál es su proyección hasta hoy ?
Una “constitución pétrea y vigente” que contiene: república federal, declaraciones, principios, derechos y garantías (autonomía individual, igualdad, debido proceso, amparo, hábeas corpus, libertades de opinión, de trabajo e industria, de cultos, propiedad, derechos sociales, derechos políticos, etc.), armonización de intereses de la Nación y de las provincias, presidencialismo (hasta que el progreso social y político concluya con el caudillismo), órgano legislativo bicameral (con amplia competencia, especialmente, en fomento de la inmigración, educación, nuevo progreso, prosperidad, etc.), poder judicial y demás controles (ministerio público, defensor del pueblo, auditoría general, etc.), autonomía provincial y municipal, etc.

LA PRESERVACIÓN DESINTERESADA DEL BIBLIÓFILO Y HUMANISTA LUJANENSE JORGE M. FURT Y SUS DESCENDIENTES

A pocos kilómetros de la ciudad bonaerense de Luján, en la estancia “Los Talas”, entre las muchas joyas bibliográficas y documentales que custodia la Fundación Archivo y Biblioteca -que lleva el nombre de nuestro gran humanista, filólogo y bibliófilo Jorge M. Furt- se destaca el archivo del célebre jurista argentino, adquirido en 1946.
Lo compró a la viuda de don Francisco Cruz, quien a su vez lo obtuvo de la Señora Josefa Escobar Sársfield de Pérez, a cuyo cuidado viviera sus últimos años el hijo de nuestro evocado, Manuel Alberdi, muerto en 1900 sin sucesión, poseedor de los papeles de su ilustre padre en virtud de un arreglo celebrado con los únicos herederos legítimos de don Juan Bautista, hijos de su hermana doña Tránsito Alberdi de García.

Hacia 1971, desaparece físicamente Furt dejando el valioso acervo patrimonial en manos de sus sucesores inmediatos. Es su hija Etelvina -quien decide la conservación y enriquecimiento del mismo- acompañada por su cónyuge, Don Ricardo P. Rodríguez. Es ardua la tarea, pero resultan más fuertes el compromiso y los genes, acordes a los nuevos tiempos preservacionistas; aquellos que encuentran adecuada acogida constitucional recién en las últimas enmiendas de 1994, insertándose en ambos textos cláusulas tuitivas sobre el patrimonio cultural.

¿ Qué hace Rodríguez con los papeles alberdianos ?: adquirir un detallado conocimiento sobre las distintas temáticas abarcadas por los diversos documentos (situación reconocida, y gentilmente agradecida, por otra parte, por investigadores y escritores de jerarquía), además de ordenación y fichaje, conservación, medidas higiénicas y protectorias contra plagas e insectos, etc.

¿ De qué trata el contenido ?. Pues de:

– 7.190 cartas de correspondencia particular; 225 cartas de correspondencia entre terceros; copias varias;
– manuscritos alberdianos, 119 libretas de diferentes tamaños;
– legajos que dan cuenta de su actividad diplomática europea al servicio de la flamante Confederación (tratados de reconocimiento, inmigración, etc.);
– legajos acerca de su actuación profesional abogadil (en Chile y Europa);
– facturas, tarjetas, anotaciones varias, compras, etc.,
– papeles sueltos de interés (navegación del Río Salado, escuela de niñas de Santiago, Chile, etc.).

Celia Etelvina (“Pocha”) Furt de Rodríguez, nos hablaba de “este monstruo que se nos viene encima”. El monstruo aludido era el abanico que se abría con Los Talas, con las posibilidades culturales e investigativas. Cuántos pasaron por ese lugar, cuántos recibieron esa hospitalidad y esas insustituibles dotes de anfitriona que tenía Pocha y lo demostraba en cada ocasión en que le tocaba ser dueña de casa ?. Desoyó -junto a Ricardo- tentadoras ofertas de centros extranjeros y abrieron la documentación a la consulta de investigadores.
Luego la Universidad Nacional de San Martín vino a poner la primera piedra, el primer mojón,…; qué no hicieron para cuidar, promover y acrecentar esos volúmenes y otros documentos testimoniales que don Jorge Furt consiguió y compró para que quedaran en el país los testimonios históricos de algunos de los protagonistas ?”. José Ignacio García Hamilton los recuerda con estas palabras, que reflejan su impresión al llegar por vez primera a Los Talas: “Cuando llegué se me empezaron a caer las lágrimas porque iba a ver las cartas y me recibieron dos guardianes que, andando los días, eras como dos sacerdotes, o un príncipe y una princesa que cuidaban ese lugar de piezas únicas, de tradiciones, que venía de generaciones. Los recuerdo con trabajo, esfuerzo, con atención…!.Qué amor, qué responsabilidad, qué camino y obligación. Qué sendero les han marcado estas personalidades”.

LA TAREA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN MARTÍN. EL ENFOQUE Y ANÁLISIS ACADÉMICO.-

Ahora bien, esta universidad (por intermedio del Instituto de Investigaciones Filológicas “Jorge M. Furt”, perteneciente a su Escuela de Humanidades) ha encarado, desde 2002, un proyecto de largo alcance: la «Edición del Archivo Documental de Juan Bautista Alberdi». Dicho fondo documental (en gran parte, inédito) contiene importante información para estudiar la escritura y el pensamiento alberdianos y su contexto histórico. “Dada la relevancia de la figura de Alberdi como estadista, jurisconsulto y escritor, y la repercusión de su obra escrita en la formación del Estado Argentino, se considera indispensable editarlo con todos los recaudos filológicos e históricos necesarios”, explica el instituto.

Obsérvese -a la distancia, y por muchos años- la dimensión de la tarea, rutinaria y artesanal, generosa y tediosa, quizá, por momentos, de nuestro Ricardo Rodríguez (que ya no se encuentra en este mundo), tendiente a procurar y lograr la conservación del archivo. “La preparación de ediciones críticas, crítico-genéticas y genéticas de los manuscritos de Juan Bautista Alberdi es la actividad central”.

Actualmente, el trabajo se encausa en dos líneas principales: el estudio de génesis escritural y el análisis de discurso epistolar. En el Archivo Alberdi se conservan manuscritos inéditos y los borradores que sirvieron de base para los Escritos Póstumos, edición de 16 tomos que duplicó en volumen la obra impresa en vida del autor y se publicó entre 1895 y 1901.

“…Como sólo se conservaban borradores (es decir, como no existieron originales «autorizados» por Alberdi), los editores los reordenaron con criterios discutibles, agrupándolos en capítulos para los que crearon títulos: así, alterando la progresión del discurso y su marco paratextual, se tergiversó muchas veces el pensamiento del autor. Por otra parte, como el arduo desciframiento que imponen las grafías dio origen a numerosísimas erratas y como las publicaciones subsiguientes de los Escritos fueron preparadas sobre la base de la 1ª edición (sin consultar los manuscritos), se impone la preparación de una edición crítico-genética de ese sector sustancial de la obra alberdiana, ya que la reproducción de los procesos de génesis escritural (el inventario de rectificaciones, vacilaciones, supresiones, interpolaciones) y su interpretación remiten, desde los conflictos discursivos, a las tensiones ideológicas que los provocan”.

La casa universitaria “se propone dar a conocer los materiales del archivo epistolar que aún permanecen inéditos, así como las piezas del propio Alberdi que se intercambian con las de sus corresponsales (que los investigadores del Centro están rastreando en repositorios públicos y privados). Tanto el intercambio epistolar en sí mismo como la génesis textual que es posible reconstruir a través del estudio de los papeles de trabajo escritural constituyen fenómenos culturales que interesan a diversas disciplinas del campo de las ciencias sociales. El intercambio epistolar -conexión diferida en el tiempo que se traslada entre espacios distintos- se inserta en un sistema universal para las culturas con códigos gráficos, pero está fuertemente condicionado por el proceso histórico-social que lo enmarca, los contextos de situación inmediatos, los participantes y el tipo de relación que los vincula, los medios de transmisión, los actos ilocucionarios y perlocucionarios, las funciones comunicativas. En cuanto a la genética textual, porque la escritura es «reescritura», su dinámica se inserta en la tensión y la recursividad inherentes de los procesos sociohistóricos y aporta nuevas ópticas para su estudio”.

Luján, junio de 2022.-

LINKS VINCULADOS:

Biografía de Jorge M. Furt
http://www.mshs.univ-poitiers.fr/crla/contenidos/Site_Furt/Biografia.html

Emotivo homenaje a Pocha Furt
Valoración de su aporte a la cultura nacional
http://www.elcivismo.com.ar/edicion/2008/mayo/17/7378esp01.htm

ALBERDI,….
cálidamente preservado por
JORGE M. FURT y RICARDO P. RODRÍGUEZ
http://www.astrolabio.net/revistas/articulos/112647624482058.php

EL CRIMEN DE LA GUERRA
http://gclujan.zoomblog.com/archivo/2008/03/06/reflexiones-sobre-la-guerra.html

El Gran Legislador Argentino, Pensador, Constructor e Integrador de la Nación Argentina 1810-2010
http://www.semanario-presente.com.ar/nota_id.php?id_nota=2045&edicion=991

La familia Rodríguez Furt y «Los Talas» presentes en homenaje a Alberdi del Congreso Nacional
http://www.semanario-presente.com.ar/nota_id.php?id_nota=2044&edicion=991