El arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig presidió la Eucaristía de la Cena del Señor en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, de la ciudad bonarense de Lobos.
La misa fue concelebrada por los presbíteros Luis Mena, Gustavo Scapino y Roberto Gieco, y en ese marco se hizo el tradicional lavatorio de pies a personas de la comunidad parroquial.
«Queridas hermanas, queridos hermanos. El mundo está teniendo cambios velocísimos. Todos los días nos levantamos con cambios que no imaginábamos que íbamos a vivir. Y en esos cambios van quedando millones de personas afuera. Y nosotros vamos a seguir insistiendo en que Resucitó, que está vivo», aseguró.
«Por eso cada Eucaristía, cada Misa, esta de Jueves Santo y en cada misa, celebramos que está Vivo, nos da vida y nos hace vivir de otra manera», recordó y subrayó: «La Pascua de Jesucristo cambia la manera de vivir».
Al referirse al gesto pascual de Jesús del lavatorio de los pies a sus discípulos, el arzobispo expresó: «No es sorprendente que Jesús lave los pies; lo hizo toda la vida de distintas maneras. Se acercó a los leprosos, los abrazaba; se acercó a los que eran acusados de pecadoras, pecadores y comía con ellos. Toda la vida Jesús lavó los pies, se puso al servicio de nosotros».
«El lavatorio de los pies es Dios que se pone al servicio para que tengamos vida. Lo peor que podemos decirle al Señor es ‘no me laves los pies, no me salves, aléjate de mí, no me des tu vida’”, puntualizó.
Monseñor Scheinig sostuvo que «la fe tiene el poder de resucitar muertos» y consideró que «en este tiempo de la historia argentina y del mundo, los cristianos tenemos que aceptar que el Señor nos lave los pies».
«Pero como nos dice el Evangelio, tenemos que ser capaces de lavar los pies a otros, ser capaces de hacer que muchas personas descubran la fuerza de Dios», agregó.
«Porque los seres humanos tenemos una fuerza limitada. Aunque muchas veces juguemos a ser omnipotentes, somos limitados, somos humanos. Cuando Dios viene a la vida, Él hace el milagro de la vida plena», destacó.
Y explicó: «Lavarnos los pies unos a otros es estar abiertos al amor de Dios, y como hizo Jesús, ayudar a que nuestro mundo se abra a Dios, en nuestra familia, el vecindario, la ciudad, la comunidad cristiana. Es un trabajo lindísimo, necesario».
«El lavatorio de los pies es un gesto para reconocer que este es el camino: acompañanarnos unos a otros a que Dios esté en la vida», profundizó.
«Que este gesto sea para nosotros renovar la fe en Jesucristo. Como nos dice el Papa Francisco: no nos dejemos la robar la fe, la esperanza, la alegría. Que el lavatorio de los pies nos haga ser una comunidad que cree que Jesucristo murió y resucitó. Su vida se comunica, hagamos esto como un gesto de fe, de alegría y de esperanza”, concluyó.