Fue en Plaza Rivadavia. Hubo presencia institucional y de diversos actores sociales. Fue con estrictas medidas sociosanitarias. El intendente Dr. Juan I. Ustarroz fue el único orador. El sistema de salud de Mercedes, por primera vez en la historia, compartió las banderas de ceremonias, dando así una gran muestra de unidad y confraternidad que, en días de pandemia, tiene el único objetivo de trabajar en el cuidado de la salud de la población.
Participaron del acto el Diputado Carlos Selva, Subsecretario de Asuntos Municipales Santiago Révora, presidentes de bancadas del Honorable Concejo Deliberante, integrantes del gabinete municipal, Inspección Educativa, Presidencia e integrantes del Consejo Escolar, Jefe de Bomberos, Cooperadora e integrantes del Hospital Dubarry, SAME, Semmer, Hospital Dubarry, Extramédica, Clínica Nueva Cruz Azul, Veteranos de Malvinas, Cámara Económica Mercedina, Anses, Padre Juan Carlos, Casa de Entre Ríos, medios de comunicación
Tras la colocación de las ofrendas florales acordes a la fecha, el jefe comunal expresó las palabras alusivas a la jornada.
El discurso fue el siguiente:
Conmemorar el nacimiento de nuestra ciudad y tal vez hoy uno se pregunta si es necesario, si es importante realizar estos actos en un mundo donde la revolución tecnológica, sostienen algunos, debería resolverse las cosas, donde hoy, en este mismo acto, va a ser superado, modificado por sucesivos acontecimientos, hechos. En un mundo de muchos hechos y vértigo en la información, mucho ruido. Entonces nos preguntamos si es necesario y podemos afirmar que sí, que sentimos, que pensamos que es necesario encontrarnos como pueblo, es necesario generar estos hechos para poder reflexionar que necesitamos, para poder abordar todo en el encuentro de nuestro pueblo.
El año pasado estuvimos impedidos y todos sabemos porque estuvimos impedidos de encontrarnos. Hasta incluso hoy, con menos gente, con distanciamiento, con todas las medidas de seguridad. Porque una pandemia que hoy nos lleva a lamentar en nuestra ciudad 148 pérdidas de vecinos y vecinas, de seres queridos que ya no están. De una crisis sanitaria pero también educativa, cultural, social, económica, muy fuerte. Evidentemente nos pone a todos en la necesidad del encuentro, en la necesidad de generar los ámbitos, también, de reflexión, de entendimiento, de poder construir esperanza desde una fortaleza que está dada en el conjugar la unidad en la diversidad, la solidaridad y la construcción del trabajo de un futuro más promisorio para nuestro pueblo.
Cuando decimos de transitar esta crisis, para mi tenemos que reparar en algo que es importante: en cómo resolvemos los conflictos como sociedad. Creo que hoy no hay margen para acrecentar odio, para restar, para dividir. Tenemos que realmente y honestamente unirnos como sociedad para poder construir un mejor futuro.
Cuando hablábamos sobre la necesidad de este acto, todos sabemos que recordar, etimológicamente, es volver a pasar por el corazón algo. Y me pregunto qué nos pasamos por el corazón cuando nos representamos la ciudad, cada uno de nosotros. Y tal vez, seguramente que pensemos, que sintamos, la infancia, la vereda, el barrio, el almacén, el club, la escuela, la iglesia. Y desde ahí la felicidad, la identidad que todos sentimos por nuestra ciudad. Lo que añoramos también para nuestros hijos como condición de felicidad, vivir en una comunidad que se realiza. Y lo describe hermosamente Hernán Casciari, en un cuento: “la maravilla de los pueblos”.
Entonces sobre ese gran sentimiento que todos alojamos, todos abrigamos. Que es el sentimiento de profundo amor hacia nuestra ciudad. Es donde uno dice: bueno, tenemos que ir por acá. Tenemos que ser capaces de resolver los conflictos con madurez, de abordarlos con seriedad, con perspectiva de futuro. Y por sobre todas las cosas saber que no empezamos de cero. Es muy importante. Que hay ejemplos más que cabales y que están acá a nuestra izquierda, por ejemplo: frente a la pandemia que puso en crisis todos los sistemas sanitarios de los países más desarrollados, hoy la ciudad de Mercedes, las trabajadoras y trabajadores del sistema de salud tanto público como privado, nos regalan esta imagen que es producto del trabajo de la unidad verdadera, real, de trabajar por la salud de nuestros vecinos. En esos ejemplos tenemos que encontrarnos como pueblo.
Veo la Cámara Económica y recuerdo, y recién venimos de una reunión con la gente de los gimnasios, de las canchitas de fútbol, que han estado mucho tiempo cerrado y recuerdo cuando empezamos a trabajar los protocolos con todas las actividades de la ciudad. Y la Cámara pudo haber hecho una nota formal y decir: intendente, resuelva, nosotros peticionamos. Y nó. Se involucraron, asumieron el desafío, la complejidad, la dificultad de la crisis y trabajamos en conjunto.
Veo acá los bomberos también que, de manera inmediata, como siempre lo han hecho, que son el ejemplo de la solidaridad y de la organización de nuestra ciudad, y siempre al pié del cañón. Veo fuerzas de seguridad, el ejemplo de nuestra ciudad del Sistema Penitenciario, llamada telefónica, porque los trabajadores estaban sin traslados, para salir y brindar seguridad en nuestra ciudad porque los policías estaban muchos con Covid.
Veo las escuelas que se tuvieron que reinventar y empezar a hacer algo que no sabían, que eran las clases virtuales, no presenciales.
Hay muchísimos ejemplos que son reales, que son concretos y surgen de nuestra sociedad. Que cuando nuestra sociedad articula con el Estado, tiene la capacidad de dar mejores respuestas y tenemos que estar a la altura de las circunstancias.
Nosotros, por ahí lo decimos con el concepto de la comunidad organizada, donde el pueblo es artífice del destino común. Pero también lo podemos decir de diferentes formas, como lo planteaba Alfonsín, allá en el 83, cuando recuperamos la democracia. Que lo planteaba con esa elocuencia, con esa retórica de tanta convicción. Creo que hoy también tenemos que recuperar muchísimo como sociedad, tenemos que enmendar lo roto. Necesitamos reparadores de sueños que desactiven un poco el odio y puedan fortalecer el amor.
Y para finalizar, como estamos en un aniversario, como esto es una suerte de cumpleaños y creo que todos les regalamos cosas a nuestra ciudad, voy a proponer dos cosas para poder hacer esta convocatoria a la unidad: una es la educación. Sabemos y decíamos que tenemos que generar un proceso colectivo, todos y todas, de aprendizaje. Tenemos que re aprender muchísimas cosas y comprometernos muchísimo más con nuestra ciudad. No solamente tenemos que abrir las aulas que esperemos y estamos haciendo todo para poder hacerlo en breve. Sino también que tenemos que acompañar a esos niños, a esas niñas, a esos docentes que ya se enfrentaron con la realidad virtual y ahora van a enfrentar muchísimas realidades muy complejas, muy rigurosas de chicos que perdieron a seres queridos, que sus padres perdieron trabajo, que vivimos mucho tiempo de angustia. Tenemos que redoblar los esfuerzos. Supimos concebir el programa Proeba: un programa muy bueno de apoyo escolar. Tenemos que multiplicar y sumar más gente a que acompañe efectivamente en esa ardua tarea, ardua labor que tenemos que hacer en re educar y en generar los contextos de aprendizajes necesarios para que los chicos vuelvan a la escuela, no repitan y aprendan, por sobre todas las cosas de una comunidad que se organiza, que es solidaria, que educa en valores, que educa en ejemplos.
Y, por otro lado, hay otro punto también que es una convocatoria que les queremos hacer a través de Dupont. El predio de Dupont simboliza algo muy importante, porque simboliza historia de trabajo, de producción, de empleo, de desarrollo de una ciudad. Pero también simboliza acuerdos, provoca consensos y genera por lo tanto oportunidades. Oportunidades de trabajar y planificar por la ciudad que todos amamos y todos queremos. Este debe ser nuestro regalo: es el compromiso, es el amor y la construcción de una ciudad mucho mejor que necesita el esfuerzo y el acompañamiento de toda la ciudadanía.