La Universidad Nacional de Luján (UNLu) firmó un convenio con el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) para evaluar un novedoso sistema de producción de frutillas sin utilizar el suelo. Esta actividad forma parte del proyecto internacional “Tierra Sana”, que llevan adelante el INTA y las Naciones Unidas, con el objetivo de reemplazar el bromuro de metilo. Este sistema propone la producción en sacos de cultivo que contienen un material diferente al suelo, llamado sustrato y que le da soporte y contención a la planta.
En este marco, docentes de la carrera de Ingeniería Agronómica realizan en las instalaciones del Campo Experimental del CIDEPA (Centro de Investigación, Docencia y Extensión en Producción Agropecuaria) la plantación de frutillas en sustrato.
“En este caso el sustrato está compuesto por: corteza de pino, turba y perlita. La planta se nutre de fertilizantes solubles que la abastecen a través del sistema de riego y junto con el agua van disueltos los nutrientes que la planta necesita”, explica a Argentina Investiga la docente y coordinadora nacional del proyecto “Tierra Sana”, Analía Puerta.
La investigación busca la implementación de alternativas sustentables para el manejo del suelo y los sustratos bajo invernadero. Este sistema de producción permite evitar la desinfección del suelo con productos químicos. Tradicionalmente se utilizaba bromuro de metilo; desde 1997 se inició el camino del reemplazo del bromuro de metilo y otras sustancias de uso industrial, mediante la firma del Convenio de Viena y posteriormente del “Protocolo de Montreal”, firmado por más de 180 países, entre ellos, la Argentina. Los países firmantes se comprometieron a dejar de usarlo antes del 2015, reemplazándolo por otras alternativas.
En la actualidad se impulsa el sistema de producción de cultivo “sin suelo” como una alternativa muy promisoria para la Argentina, porque permitiría reducir el uso de agroquímicos, especialmente de fumigantes de suelo, y también mejoraría las condiciones de trabajo para los empleados ya que favorece la ergonomía en todas las tareas. Además permite el cultivo en zonas que naturalmente no son aptas por causas agroecológicas, como suelos de baja aptitud para cultivos y, es así que puede producirse en casi cualquier región del país.
En esta investigación se evalúa, además, de la factibilidad técnica y económica del sistema, la densidad óptima para el cultivo, es decir, cuántas plantas por unidad de superficie pueden ponerse. “Lo que se halló hasta ahora es que los rendimientos son comercialmente aceptables. Además, hay una reducción considerable de todos los agroquímicos. Esto se da porque las plantas están elevadas del suelo, en una densidad que les permite acumular menos humedad y generar menos estrés, por lo que hay menos enfermedades”, afirma la docente Analía Puerta.
Otra de las cuestiones que se evalúan son las condiciones de producción y cosecha, ya que este sistema permite hacerlo en cualquier época del año y en cualquier condición ambiental, porque se realiza en un invernadero. “Los productores de la zona que se acercan a conocer el sistema destacan la comodidad, principalmente para la cosecha. Al estar elevado, es posible cosechar parado y realizar el resto de las tareas, como el desmalezado de hojas y estalones (brote lateral que nace en la base del tallo de algunas plantas herbáceas) de la misma manera. Además, la calidad de la fruta es mejor porque no sufre golpes, al no estar en contacto con el suelo y puede clasificarse a medida que se cosecha”, señala la investigadora.
“Uno de los puntos principales que evaluamos es la rentabilidad para los productores. Esto lo vamos a saber recién en el segundo año. Lo que estamos viendo, en las estimaciones que hicimos, es que funciona; que si bien tiene una alta inversión inicial, como se puede tener la planta dos o tres años en el mismo sistema, sin tener que cambiar ni la planta ni el sustrato, ni la estructura, eso se amortiza a lo largo del tiempo. A diferencia del sistema tradicional, donde todos los años hay que cambiar la planta, remover el suelo, aplicar las técnicas de desinfección que se utilicen”, explica la coordinadora del proyecto.
Como parte de este proyecto se instalaron seis unidades experimentales, dos en Mar del Plata, una en Coronda, Santa Fe, una en Tucumán, una en San Pedro, Buenos Aires y otra en Luján. En la zona de Luján y alrededores es la primera experiencia productiva en este sistema, zona que no era tradicionalmente productora de frutillas. Este sistema acompañaría el crecimiento del cultivo de frutillas en la zona de una manera sustentable.
“Los productores de la zona se acercan a la UNLu para conocer esta experiencia, lo que permite un intercambio y poder evaluar el sistema junto a ellos. Creemos que es la forma en la que queremos construir el aprendizaje, no sólo desde la Universidad como un grupo de investigadores, sino en conjunto con el sector productivo. Trabajar la investigación de acuerdo a lo que la comunidad necesita”, concluye la docente.
Fuente: UNLu – Argentina Investiga