Escribe la Lic. María Teresa Tartaglia*
El Padre de la Patria, llegó a nuestra Villa dos veces a rezarle a «María de Luján», viniendo desde Chile. En 1818: luego de la Libertad de Chile y el triunfo de Maipú, viniendo por el Camino Real ( actual ruta Nac. 7), con un grupo de soldados pasó camino a Buenos Aires a agradecerle a María los triunfos (entró a Luján, pero no se anunció). Fue derecho al templo (ubicado donde hoy está la Basílica), y el Cura Rector lo reconoció: hizo sonar la campana del templo y la del Cabildo avisando a los Cabildantes. El sonido de ellas reunió al pueblo, que respetó la oración del Gral. Y al salir lo aclamaron y saludaron.
Se fue en silencio. En 1823, la otra oportunidad: regresaba del Perú, llegó a Chile y viniendo hacia Buenos Aires, pasó otra vez por Luján.
Estaba enfermo y triste. Había dejado su ejército a Simón Bolívar, había muerto su esposa (con 25 años) se hacía cargo de Merceditas y regresaba a Europa. Igual que la vez anterior, lo reconoció el Padre Francisco Argerich: reunió al pueblo por la campana, y todos respetaron su oración. San Martín expresó que le pidió a la Virgen «Fortaleza y Fe». El pueblo de Luján lo despidió. Ya no estaba el Cabildo. Había un Juez de Paz. Caminó por la Plaza, hoy ‘Belgrano’ y antes ‘Real’.
Se fue a Europa y desarrolló una gran carrera diplomática, consolidando la Independencia de América.
Ya no volvió. Sólo 12 años vivió entre nosotros, sin contar los 6, años de su niñez, en que había partido con su familia a España; y regresó en 1812 hasta 1824. Sus restos son traídos en 1880 y descansan en la Catedral Metropolitana.
*Lic. María Teresa Tartaglia (historiadora /directora de Cultura de Luján/ ex directora del Complejo Museográfico Pcial. «Enrique Udaondo»)