El Arzobispo de Mercedes-Luján Jorge Eduardo Scheinig presidió la Oración por la Patria en la Iglesia Catedral Metropolitana en la Celebración por el Día de la Independencia. «Queridas hermanas y hermanos, si es verdad que somos independientes, si es verdad que alcanzamos la madurez de la libertad, entonces estamos capacitados para trabajar junto a otros por la Patria y por un proyecto común, en una comunión política que necesita de las diferencias» dijo Scheinig y agregó «si no lo hacemos, o algunos no quieren hacerlo porque privilegian lo propio y se olvidan del Bien Común, es que seguimos siendo esclavos y estamos interiormente heridos de una parálisis grave y peligrosa para el presente y el futuro inmediato».
Homilía del Arzobispo de Mercedes- Luján, Jorge Eduardo Scheinig en la Oración por la Patria que presidió hoy 9 de julio de 2020:
Celebramos hoy el día del comienzo de nuestra independencia como Nación soberana. Ciertamente, la independencia es un valor enorme que necesitamos conquistar permanentemente para no ser esclavos. No podemos ni debemos ceder o relegar nuestra libertad. Sin independencia no sería posible hablar de responsabilidad, porque estaríamos inmaduros para hacernos éticamente cargo de la propia vida y la de los otros. Debemos ayudarnos a crecer en independencia siempre.
Pero un valor superior y complementario a la “independencia” es para mí la “interdependencia”. Todos somos interdependientes, necesitados unos de otros, porque todos somos valiosos y todos tenemos algo para dar y mucho que recibir.
Solos no podríamos con nuestra propia vida y mucho menos podríamos transformar una realidad que se presenta cada día más compleja y desafiante.
Si no lo percibimos así, es posible que consciente o inconscientemente hayamos caído en una parálisis interior profunda, cuya raíz podría hallarse en nuestros hondos egoísmos, en nuestras formas individualistas, en nuestros narcisismos, en ese modo tan argentino de ser y estar en la realidad creyéndonos permanentemente superiores a los demás.
Es posible que caminemos, que nos movamos con aparente libertad, pero si adentro permanece el sentimiento de “mejor solo”, o de “sálvese quien pueda”, si adentro no están la familia, los amigos, la comunidad, la ciudad, el país, hay una parálisis que no ha sido sanada y por lo tanto no sabremos construir una Patria de hermanos con un mismo destino para todos.
Es verdad y nunca nos olvidemos de dar gracias a Dios por ser un país independiente, pero mucho tenemos que trabajar para ser interdependientes, para necesitarnos de verdad, para respetarnos, para aceptándonos diferentes y ser capaces de “preparar el futuro”, como nos pide el Papa Francisco.
Mucho es el ego que necesitamos sanar para un camino compartido. Pienso muy especialmente en los dirigentes y líderes de todos los estamentos de la Comunidad Política, en la que ciertamente me incluyo, y que por momentos parece que se apostara por una forma de país sin destino común. Llenos de internismos, de enfrentamientos estériles, de chicanas, de pases de facturas y de faltas de propuestas superadoras.
Las necesidades del pueblo son extremas y para encontrar soluciones, verdaderas soluciones, debemos estar juntos y unidos. No hay tiempo para hacer de la política como el juego de la batalla naval, donde la cuestión es tratar de hundir al otro.
Queridas hermanas y hermanos, si es verdad que somos independientes, si es verdad que alcanzamos la madurez de la libertad, entonces estamos capacitados para trabajar junto a otros por la Patria y por un proyecto común, en una comunión política que necesita de las diferencias.
Si no lo hacemos, o algunos no quieren hacerlo porque privilegian lo propio y se olvidan del Bien Común, es que seguimos siendo esclavos y estamos interiormente heridos de una parálisis grave y peligrosa para el presente y el futuro inmediato.