Este viernes 8 de mayo en aras del Día de la Virgen de Luján SER presidió la misa central en la Basílica. En ese marco se le efectuó el cambio de manto a la imagen de la Patrona de la Argentina. Asistieron decenas de miles de personas a través de medios digitales como Facebook y Youtube. En su homilía el Arzobispo Metropolitano de Mercedes Luján pidió que María “nos de la fuerza para la vida de todos los días y la valentía para vivir como una Nación que desea renovar su unidad, de tal modo que con osadía, creatividad y una esperanza cierta, podamos superar juntos este tiempo de pandemia y a afrontar todos los tiempos que se vienen, que sin duda serán difíciles, arduos y desafiantes”.
Este viernes por la tarde en la Basílica Nacional de Nuestra Señora de Luján SER el Arzobispo Metropolitano de Mercedes Luján Monseñor Jorge Eduardo Scheinig presidió la celebración central por el 133° aniversario de la coronación de la Virgen de Luján. Se trató de un momento atípico de la iglesia Católica en la historia. La misa fue a puertas cerradas y fue seguida por decenas de miles de personas a través de medios digitales como Facebook o Youtube.
En su homilía Monseñor destacó que a través de la fe y no de forma presencial saludó a “los afectados en este tiempo de pandemia: los enfermos; los familiares de las personas que han fallecido, los que ya han partido, los trabajadores de la salud y todos los que trabajan para que el país tenga vida y los investigadores de la vacuna. También están los más pobres, los que más tienen, los ancianos, los que viven en los geriátricos, los que están en la calle, sin casa. Aquí están todos los niños, los de capacidades diferentes, los jóvenes, todas las familias, todas las madres y todos los padres, las mujeres que sufren violencia, los que tiene hambre, los presos, los que están sin trabajo, los que tienen miedo a lo que vendrá. Están todas las provincias, todas las ciudades, los pueblos y los barrios, también los pueblos originarios, las autoridades civiles, los partidos políticos, los empresarios, los movimientos populares, los maestros y docentes, los sindicalistas, la gente del campo, los militares y las fuerzas de seguridad, los veteranos de Malvinas. Están todas las comunidades parroquiales del país, las catequistas, los servidores de nuestras Cáritas, las religiosas, los religiosos, los sacerdotes, los diáconos, los seminaristas y mis hermanos obispos. Esta mi diócesis de Mercedes-Luján que hoy hace su peregrinación virtual. Aquí están el Negro Manuel, fiel amigo y servidor de la Virgen y el padre Salvaire, que le hizo esta casa a la Virgen. Pedimos por ellos para que prontamente sean proclamados santos.Y muy especialmente, está nuestro querido Papa Francisco, que en esa hermosa carta que nos envió hace unos días nos decía: “Estaré espiritualmente junto a Ustedes, como peregrino espiritual y ´virtual´”.
Y continuó “al pie de la Cruz está su Madre, un discípulo amado por Jesús y otras dos mujeres. Son testigos silenciosos del momento en el que Dios por medio de Jesús está haciendo nuevas todas las cosas. En ese instante crucial, Jesús le dice a su Madre que reciba a ese discípulo como su hijo y al hijo que la reciba a Ella como su madre, y desde ese momento el discípulo la recibió en su casa. En la Pascua de nuestro Señor Jesucristo, que es un punto central de la historia, nace una nueva humanidad, todos somos hijas e hijos de Dios con la misma dignidad y por lo tanto, hermanos entre nosotros. El sueño de Dios es la fraternidad humana y allí está María, volviendo a dar a luz, pero ahora entregándose Ella totalmente, poniéndose en nuestras manos para que nazca un mundo nuevo”.
Sobre el momento que toca transitar a la Argentina y al mundo, Scheinig, señaló en su homilía que “sabemos que lo que viene es muy serio y duro. Nos hará mucho bien recordar permanentemente la fuerza del Amor de Dios y de María. Con su mirada, nuestra Madre de Luján nos transmite lo que Ella recibió de su Hijo, y nos comunica a lo más íntimo del corazón de cada uno y del mismo corazón del pueblo, que es posible volver a nacer de lo Alto; que podemos estar crucificados pero no vencidos; que el sufrimiento vivido en el amor nos une y nos hace solidarios; que la cruz nos deja heridas y marcas, pero que son la identidad de una vida entregada; que el amor paciente nos hace fuertes para luchar las grandes y pequeñas batallas de la vida; que sudar sangre y quedar desfigurados por soportar injusticias, lejos de sacarnos dignidad nos hace limpios de corazón; que el calvario compartido con otros nos humaniza y deja siempre lugar para el perdón. María nos mira y nos da la seguridad de que Dios hace nuevas todas las cosas. Y tanto Amor, nos llena de esperanza”.
Y luego pidió a la Virgen “que nos enseñes a transitar este momento tan importante y delicado de la historia de la humanidad con profundos deseos de novedad. Que nos enseñes cómo ser una Nación que aprendiendo del pasado y de este presente tan distinto a todo lo vivido, nos apasionemos por un futuro más humano y más justo para todos tus hijos e hijas. Que nos eduques en un nuevo modo de ser, y de hacer un pueblo más libre, soberano y solidario, cómo hacer para que tantos dolores compartidos lejos de resentirnos y amargarnos nos impulsen a un cambio verdadero y profundo”.
Estoy seguro, continuó “que Nuestra Señora de Luján, como toda madre, vive haciendo infinitas cosas visibles e invisibles para sostenernos como familia, no como un grupo, sino como una familia. Porque el problema no son las diferencias, las discusiones, las ideas y los proyectos distintos, el problema más hondo que tenemos y ojalá no se nos convierta en pandemia, es no poder asumirnos como una gran familia, como una misma comunidad de origen y de destino. Es notable cómo una y otra vez boicoteamos nuestra unidad, nuestro sentido de Nación. Es una mala costumbre”. “Pidámosle a Ella la fuerza para la vida de todos los días y la valentía para vivir como una Nación que desea renovar su unidad, de tal modo que con osadía, creatividad y una esperanza cierta, podamos superar juntos este tiempo de pandemia y a afrontar todos los tiempos que se vienen, que sin duda serán difíciles, arduos y desafiantes”, agregó en otro pasaje de su alocución. “Digamos con nuestro querido Negro Manuel: ´Soy de la Virgen nomás´, cerró.