La mamografía juega un papel central en la detección temprana del cáncer de mamas ya que puede mostrar los cambios en las mamas años antes de que el médico o el paciente los adviertan. Las pautas actuales recomiendan hacerse una mamografía de exploración cada año en las mujeres, comenzando a partir de los 40 años. La investigación ha demostrado que los mamogramas anuales llevan a la detección temprana del cáncer de mamas, etapa en la que tienen mayores posibilidades de curación y se encuentran disponibles terapias de conservación de mamas.
También se sugiere que las mujeres que han tenido cáncer de mamas, y aquellas que se encuentran en alto riesgo debido a un historial familiar de cáncer de mamas o de ovarios, deben asesorarse con un médico especialista respecto de si deben comenzar a realizarse estudios antes de los 40 años, y sobre la necesidad de otros tipos de exámenes de detección temprana.