En una historia de supervivencia humana extraordinaria: un adolescente indonesio, de 18 años, logró mantenerse con vida durante los 49 días que estuvo perdido a la deriva en una precaria trampa para pescar en el océano Pacífico.
Aldi Novel Adilang estaba trabajando en una trampa flotante para peces a 120 kilómetros de la costa norte de Indonesia cuando fuertes vientos rompieron el amarre y lo empujaron mar adentro. El chico fue rescatado a fines de agosto en aguas cerca de Guam, donde lo encontró un barco que navegaba bajo una bandera de Panamá, lo recogió y luego lo dejó en Japón.
El joven, quien finalmente se reunió con su familia a principios de septiembre, luchó por mantener el ánimo, a pesar de que unos diez barcos pasaron cerca del él y no lo vieron. “Comentó que tuvo miedo y a menudo lloraba cuando estaba a la deriva. Cada vez que veía un gran barco tenía esperanzas, pero más de diez barcos lo habían dejado, ninguno de ellos se detuvo”, detalló el diplomático indonesio Fajar Firdaus.
“Aldi me comentó que tuvo miedo y a menudo lloraba cuando estaba a la deriva. Cada vez que veía un barco tenía esperanzas, pero ninguno de ellos se detuvo para ayudarlo” dijo Fajar Firdaus, Diplomático indonesio.
Mirza Nurhidayat, el cónsul general de Indonesia en Osaka, explicó que la cabaña flotante de Aldi, conocida como rompong, no tenía ni pala ni motor. A los pocos días se le terminó la poca comida que tenía y tuvo que atrapar peces y beber agua de mar para sobrevivir. “Después de que se haya quedado sin gas para cocinar, quemó las vallas de madera del rompong para hacer fuego para cocinar. Terminó bebiendo agua de lluvia de su ropa”, describió.
La odisea del joven finalmente terminó el 31 de agosto cuando vio al petrolero Arpeggio navegando cerca. Después de llamar la atención agitando un trapo, conectó su radio a una frecuencia de emergencia y el capitán del barco lo recogió.
El rescate fue complicado por el fuerte oleaje y los miembros de la tripulación arrojaron una soga para ayudarlo, mientras el barco daba vueltas alrededor de su pequeña nave. En su desesperación, Aldi saltó al agua para alcanzarlo y finalmente fue llevado a un lugar seguro. El capitán se puso en contacto con los guardacostas de Guam, un pequeño territorio de Estados Unidos, pero se le dijo que siguiera su ruta prevista hacia Japón, donde su embajada podría ayudar al adolescente.
Luego de que se le acabó la poca comida que tenía, tuvo que atrapar peces, cocinarlos con fuego hecho por él y beber agua de lluvia de su ropa.
2500 kilómetros son los que navegó su trampa para peces, denominada rompong, desde que los vientos rompieron el amarre y lo empujaron mar adentro. Ese tipo de barcas no cuenta con motor ni remos.
10 barcos no lo ayudaron: Según les contó Aldi a los diplomáticos indonesios en Japón, varias embarcaciones pasaron cerca de su ubicación y, pese a que él envió señales, no lo socorrieron.