Yo se que usted va a decir «yo camino tranquilo por la calle y no me pasa nada» o «que se preocupen los chorros». Confieso que alguna vez lo pensé. Pero con la sucesión de feroces hechos de brutal represión policial, comencé a pensar un poco más en el tema y de esas cavilaciones surgieron varias preguntas.
Ante los hechos del comedor de Lanús o de las decenas de casos donde vendedores ambulantes, indigentes o transeúntes son tratados como peligrosos delincuentes, o lo sucedido hace días con la represión a docentes mientras intentaban levantar la «escuela itinerante» (Qué luego se pudo instalar) frente al Congreso Nacional o ni que hablar del caso de la violenta irrupción de la policía jujeña en la Universidad Nacional de esa provincia donde se llevaron presos, sin orden de un juez ni muchos menos la autorización de ningún ente, a dos estudiantes como si fueran asesinos o no se que, me quedé pensando en si las fuerzas de seguridad se manejan con cierta autonomía o responden de manera lineal a mandatos superiores como los ministerios del área a nivel provincial o nacional, o porteño en el caso de la Ciudad de Buenos Aires o las secretarías de seguridad en el caso de los municipios.
Mis dudas continuaron manifestándose ¿Será que la policía viene de una etapa de autocontrol o imposición de pasividad, como fue en muchos casos hasta 2015? ¿Les bajaron línea para actuar así? ¿Se envalentonaron de golpe? ¿De repente al policía (que es un laburante como cualquier otro) le nació una ira desconocida ante estas situaciones?
No defiendo a los ladrones, ni a quienes se manifiestan con violencia, ni a asesinos, tampoco soy kirchnerista, por favor, no se interprete así. Pero hay que hacer la salvedad. ¿Que hubiese sucedido si cuando había manifestaciones en contra del gobierno anterior se hubiese reprimido? Fueron muchas. Fueron algunas de ella verbalmente violentas con consignas que le deseaban la muerte a la expresidente Cristina Fernández, o alentaban a que «vuelvan los militares», o puteaban a la jefe de estado de aquel momento sin la más mínima muestra de educación. ¿Que hubiera sido de aquel «twittero / bloguero» que hoy ostenta un cargo público, que en 2013 se paseó en calzoncillos junto a otros graciosos por la Plaza de Mayo si las fuerzas de seguridad lo hubiesen detenido por exhibicionismo?
En Lanús ni siquiera se estaban manifestando aquellas personas, entre ellos muchos niños, que estaban alimentándose en el comedor «Los Cartoneritos». La policía ingresó al lugar a los tiros de bala de goma y arrojando gas pimienta. Dijeron que perseguían a alguien que nunca apareció. La cocinera del lugar a raíz de la situación perdió su embarazo, que era el primero de su vida.
Hay un video en las redes sociales que muestra como entre tres y cuatro policías inmovilizan a un vendedor ambulante en lo que parece ser una estación de subte en la capital. «Usted está vendiendo pañuelitos» le espetan como si fuera un delito. Mucha gente que se hallaba contemplando la escena lanza gritos de desaprobación.
Es triste la imagen de varios policías arrastrando a un docente a quien toman de sus ropas, en lo sucedido la semana pasada en el Congreso.
¿Y Jujuy? estudiantes de la facultad de agronomía de la UNJu se encontraban en un evento de apertura del ciclo de clases, un asado o algo así, cuando irrumpe la policía y se lleva detenidos a dos de los presentes. Uno de ellos nada menos que el presidente del centro de estudiantes. ¿Motivos? No dijeron nada.
Le puede pasar a cualquiera, así vayamos por la calle vestidos con nuestro mejor traje. Podemos ser testigos de una situación parecida. Por eso este tipo de excesos, fogoneados o no desde el estado, deben preocuparnos a todos.