Habían alcanzado 7 años para destruir la institucionalidad de la Argentina. Entre 1976 y 1983 gobernó el país la última dictadura cívico – militar del siglo XX, y, ojalá, de la historia. Personas desaparecidas, violaciones y vulneraciones varias a los Derechos Humanos, una economía devastada, la guerra de Malvinas y la derrota del país en el conflicto bélico, más sus 649 muertos y miles de excombatientes escondidos por los dictadores, entre otras cosas, hicieron que la ciudadanía dijera basta.
Una Entrevista de Leonel Blasco
Basta de dictadura. Y por eso la democracia empezaba a gestarse. El 30 de octubre de 1983 se realizaron las primeras elecciones después de aquella de 1973, cuando ganó el General Perón. El triunfo de la Unión Cívica Radical fue contundente. Raul Alfonsín fue electo el primer presidente de la democracia. En la provincia de Buenos Aires el radical Alejandro Armendáriz fue elegido gobernador.
En Luján, el contador Rubén Darío Rampazzi, candidato radical, fue consagrado por el voto popular como el primer intendente de la democracia. En 1983 Rampazzi era un joven dirigente, pero con muchos años de militancia política.
Todos los electos en aquellos comicios, asumieron en sus cargos el 10 de diciembre de 1983, dando inicio a una etapa democrática de sucesivos gobiernos que no se interrumpiría jamás.
A 33 años de haber asumido la intendencia de Luján, Rampazzi cuenta a TRIBUNA DEL PUEBLO pormenores de su vida, su militancia política, de la campaña electoral de 1983, el triunfo en las elecciones y su gobierno, el primero de la democracia en Argentina y en Luján.
-¿Cómo nace su militancia política?
-Fui radical desde que me acuerdo. El mismo día que cumplí 18 años me afilié. Fue muy emocionante porque esperaba ese día para poder afiliarme y seguía al radicalismo desde chico. Siempre me interesó la política y yo veía que el radicalismo luchaba por la democracia, la libertad, los derechos de las personas y siempre me pareció un partido serio y responsable. Me sentía identificado con los dirigentes de aquel momento, Balbín, Illia, Larralde, Zavala Ortíz. Una serie de dirigentes de mucho nivel intelectual.
-¿Porqué ese interés por la política?
– Salió de mí. En mi familia no había militancia política. Fue algo propio que me fue llevando la lectura de los diarios, escuchar la radio, ver televisión, libros de historia. A los 14 años ya estaba trabajando. Ayudaba a pegar carteles, pintaba paredes. Antes de poder votar ya estaba trabajando en el comité. Ni bien cumplí los 18 años ya me afilié.
-¿Cómo era la militancia en ese entonces?
-Era mucho más personalizada. Uno tenía que ir al comité para enterarse de las cosas. Hoy por ahí te quedas en tu casa y te enteras más porque tenés los medios virtuales, la radio, la televisión. Hay una actividad informativa que antes no existía. La institución era un lugar de reunión. En esos lugares tenía la información y la forma de relacionarse.
-¿Cómo fue el proceso por el que fue consagrado candidato a intendente en 1983?
-En 1973 yo había sido concejal hasta el 76’ que fue el golpe militar. Había tenido militancia en la clandestinidad porque los radicales nos seguíamos reuniendo y teniendo actividad, no oficialmente porque no se podía. Nos reuníamos en la casa de José Russo y ahí recibimos a Alfonsín, Balbín, en épocas en las que estaba prohibida la política, pero lo considerábamos como un encuentro de amigos, no eran actos masivos.
Cuando llega el 83’ muchos ven que yo podía ser el candidato a Intendente, me propusieron, hubo una interna, la ganamos nosotros y quedé como candidato.
-¿Cómo fue ese momento?
-Fue muy emotivo para todos porque era la vuelta a la democracia. Era la vuelta a poder tener derechos, a no tener que tener miedo, a que un policía no tenía que ser un peligro, que nadie te iba a golpear la puerta e iba a suceder una situación violenta. Fue volver a tener instituciones.
-¿Cómo fue la campaña en ese momento?
-En aquel momento se hacían reuniones en los barrios, en las casas de vecinos y se acostumbraba a hacer actos. Se ponía una tribunita en una esquina y se hablaba. Esos actos prácticamente han desaparecido hoy en día, todo se hace en lugares cerrados en clubes, en locales amplios. La campaña era mucho más abierta, había entusiasmo, mucha esperanza.
-¿Por qué la diferencia en la elección por sobre sus competidores?
-Hubo un hecho importante en esa elección. Fue la única elección que se votó con tres boletas distintas, no era una lista sábana como ahora. En general Luján responde a la línea que se va dando en el país pero creo que lo que sucedió es que hubo un vuelco a lo que el radicalismo representa que es los valores democráticos y republicanos.
-¿Qué fue lo primero que pensó cuando ganó la elección?
-El radicalismo en Luján no ganaba desde el año 30’una elección municipal. Estaba dentro de los cálculos que se podía dar, pero no era el favorito. Fue una gran alegría y una gran responsabilidad porque toda esa expectativa que se había creado te obligaba mucho a dar respuestas. No era fácil y había que tomarlo con mucha seriedad. Uno se sentía responsable por el mantenimiento de la democracia. Ahora a nadie se le ocurre que podría haber un golpe de estado, pero en aquel momento, la tradición y la lógica era que había un gobierno por uno, dos años y un golpe militar. Ese fue el gran mérito del gobierno radical, desplazar esa idea, a pesar de que tuvimos los “cara pintadas” pero Alfonsín pudo entregarle a otro presidente el gobierno. A partir de ahí nadie habla de un golpe.
-¿Se podía gobernar tranquilo o se tenía en mente que pudiera darse un golpe de estado?
-Tuvimos dos momentos críticos con Aldo Rico y con Muhamed Alí Seineldín y la gente respondió. En semana santa cuando se produjeron los problemas, la gente se agolpó en la Plaza Colón, frente a la Municipalidad, y después fuimos a Plaza de Mayo con gente de Luján. Se movilizó el pueblo en defensa de la democracia, eso es muy importante porque antes había un golpe y la gente no salía a la calle. Esta vez incluso fueron a Campo de Mayo, la gente estaba dispuesta a meterse en los cuarteles.
Que Alfonsín haya juzgado a los militares fue el gran punto de partida de la nueva democracia. Antes no pasaba nada y no solo fueron juzgados sino que fue público y mucha gente que dudaba si había sido cierto o no las cosas que se decían que habían pasado, la gente pudo comprobar que fue cierto. No fue una parodia de juicio, fue un verdadero juicio. Es mucho lo que le debemos agradecer a Alfonsín. Si hubiera ganado Ítalo Luder no hubiera habido juicio a las juntas y no sé si habría democracia en este momento.
-Anécdota del día que resultó electo
-El día de las elecciones, el 30 de octubre, estábamos en el comité esperando los resultados de las escuelas, que traían los fiscales. No era como ahora que hay radios locales, celulares televisión, en aquella época no, teníamos que esperar que los fiscales traigan la planilla para saber los resultados. Nos faltaba la información con los votos de Jáuregui. Los fiscales no podían pasar por la cantidad de gente que había en las calles. De acuerdo con lo que teníamos en Luján íbamos ganando la elección pero faltaban los cómputos de Jáuregui, que siempre fue un bastión Justicialista. En eso se acerca al comité el candidato por el PJ Juan Carlos Vocaturo, quien era el favorito a ganar la elección, a felicitarme y yo todavía no sabía que había ganado, es por eso que me sorprendió.
Cuando salimos a la calle, la gente me sacó en andas y me subieron a una camioneta. La calle San Martín estaba llena de gente y me aplaudían. Había mucha alegría y esperanza.
En ese momento el PJ tenía la Unidad Básica en la calle Mitre, entre Francia y Rivadavia, entonces cuando veo que la camioneta agarra por San Martín le golpeaba el techo al que manejaba para que no pasaran por frente de la sede, para que no lo tomaran como un motivo de cargada. Finalmente cuando pasamos por el local justicialista toda la gente que estaba en la puerta me aplaudía. Era otra Argentina. Una Argentina que necesitaba unirse, compartir, tener un destino común y que ahora desgraciadamente estamos enfrentados todos contra todos.
En aquel momento, más allá de las diferencias, hubo una revalorización de la democracia de las instituciones y que si eso no se hubiera desvirtuado con el paso del tiempo hoy estaríamos un poco mejor.
-¿Qué medidas de su gobierno puede destacar?
-Hicimos mucho, sobre todo en la parte de salud pública con el tema del hospital. Logramos hasta tener residencias en el hospital. Duplicamos los centros de atención primaria, duplicamos la red de gas, hicimos más de 600 viviendas, comenzamos con el tema del río, trabajamos en todos los barrios. Hoy en día voy a las sociedades de fomento y dicen que nunca estuvieron mejor que como cuando estábamos nosotros en el gobierno, por la atención que recibían. Estoy muy conforme con la gestión y veo un reconocimiento de la gente.
-¿Porqué no se presento a la reelección en 1987?
-Nos pareció que Luccón podía ser un buen candidato y nos pusimos de acuerdo entre todos. No creo en los personalismos. Alfonsín decía que no hay que seguir personas, hay que seguir ideas. Lo importante es el equipo.
-¿Cómo vé a Luján en la actualidad?
– Luján está saliendo de muchos años de atraso como la Provincia de Buenos Aires. Después de tantos años de gobiernos justicialistas la gente está esperando un poco más de seriedad y cosas concretas. Va a haber muchas obras en Luján impulsadas por la provincia. Luján va a cambiar mucho en lo que queda de ésta gestión.
-¿Cómo ve la figura de Mauricio Macri?
-Es una persona que tiene el interés de desarrollar el país, económicamente y socialmente. No es una persona con la que pueda tener una identificación histórica, pero puedo compartir el pensamiento de éste momento para llevar adelante un cambio en la Argentina, en la medida en que lo haga respetando todo el acuerdo político de «Cambiemos». Va encaminado.
-¿Y la de María Eugenia Vidal?
-Está enfrentando cosas muy fuertes que muchos hombres no la hicieron, como el caso de la purga en la policía y el tema del juego. Es una revelación. Mantiene las expectativas de la gente. Es una persona a la que hay que prestarle mucha atención.