La Estancia San Enrique: Arturo Z. Paz y Domingo Fernández Beschtedt.

Nuestro “semanario festivo, literario, artístico y de actualidades”, refleja en sus páginas la Argentina de las primeras cuatro décadas del siglo XX; publicando el último número, -de aquella primera edición-, el 15 de Julio de 1939. En el subtítulo se excluye a los “personajes” por estar implícitos en el mismísimo nombre de la revista.

En nuestro presente, a inicios del siglo siguiente, nos sorprende la presencia de algunos personajes lujanenses en la prensa de tirada nacional, como lo ha sido Caras y Caretas.

Con la lectura de estos y otros autores locales, y el testimonio de nuestro semanario, poco a poco se ha impuesto a mi espíritu la conclusión de que existen diversas especies de lujanenses. Si varios autores, -por cierto, de pura estirpe lujanera, como los amigos Norberto Marquiegui, Jesús Binetti y Federico Suárez-, han dejado ya planteado y definido la existencia de ‘los lujanes’; hoy me atrevo a postular la tesis de la existencia de diversas especies de personajes lujanenses. Pueden enumerarse los personajes de la vida lujanense que trascendieron las fronteras de nuestro querido Luján, hay otros, foráneos, que se aquerenciaron lujanenses, y también quienes sin residir en el pago son lujaneros adoptados por Luján. Dejo en último lugar a los que se cuentan los autóctonos, pero tal vez sean los menos.

Entre las Caras y Caretas del Luján de 1910, dos lujanenses, don Juan B. Barnech y don Apolo Yordán (h.), nos presentan en el en la sección «Ganadería» del Álbum Fotográfico “Luján en el Centenario”, la estancia«San Enrique» del señor Arturo Z. Paz”.

Habitualmente, cuando nos referimos a ella a principios del siglo pasado, la estancia, -que actualmente conocemos por su ‘casco’: «El Castillo de Naveira»-, es propiedad de Domingo Fernández Beschtedt. Pero entonces ¿quién es Arturo Z. Paz? ¿Cómo emerge en nuestra historia local? ¿Guarda algún vínculo con Beschtedt?

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En 1906, cuando se coloca la piedra fundamental del futuro Palacio Municipal, asiste el gobernador. Según detalla Federico Fernández de Monjardín en la nota del 16 de Abril de 1966 de “Luján Retrospectivo”, para trasladarse “desde la estación al centro por el barrial que era la entonces Avenida de los Eucaliptos, hoy España, se disponía de cuatro coches facilitados por sus propietarios, el doctor Herrera Vegas, dueño de la estancia que hoy ocupa el Haras Argentino; D. Arturo Z. Paz, propietario de la estancia que es ahora de la familia Naveira, y de los doctores, médicos locales ambos, Alcibíades Reyna, y José Quintana”.

¿De dónde proviene Arturo Paz?

Este porteño, es quien compra y vende la estancia «San Enrique» a su anterior y posterior dueño, Domingo Fernández Beschtedt, abuelo homónimo de uno de los escritores preferidos de nuestro semanario literario; cuyo seudónimo poético ha sido adoptado por nuestro Museo de Bellas Artes. Con ambos dueños, «San Enrique» conserva el número de abonado 45, de la «Unión Telefónica».

Domingo Fernández Beschtedt ha revelado, -en sus “Memorias del Tata”-, “la gratitud sincera” destinada a Paz. En la compra-venta del “caballero don Arturo Paz” se revelan los rasgos de su profesión, propagados en la Caricaretas. En el ejemplar del 16 de enero de 1904, Arturo Paz aparece como Vicepresidente del directorio de “La Positiva”, una compañía aseguradora, que en la publicidad, -extendida en la totalidad de la página 13-, descubre alegóricamente la verdad del gesto que lo hizo acreedor del agradecimiento sincero:

La misma póliza asegura la vida y socorre la invalidez permanente para el trabajo. Facilita al asegurado préstamos anuales después de dos años de vigencia. El asegurado hallará siempre facilidades para poder continuar con su seguro, cuando se lo dificulte cualquier contingencia, utilizando la prolongación automática de vigencia que acuerda la póliza después de dos años”.

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El semanario Caras y Caretas, revela también la faceta vocacional de don Arturo Paz, al incluir su fotografía en la nota “El día de los niños pobres”, publicada el 7 de octubre de 1911, cuando “fueron recibidas en el Teatro Colón las alcancías con que los niños ricos hicieron su colecta para los pobres. Como es tradicional, los asilados del Patronato de la Infancia fueron obsequiados con té y masas en el Palacio Miró”, siendo atendidos por las damas de beneficencia.

Este protagonista, hace coincidir lo que sólo algunos agraciados logran en la vida. Arturo Paz logra la confluencia de vocación y profesión en el excepcional gesto ‘prestado’ al ‘necesitado’ de ‘socorro’ eventual: Domingo Fernández Beschtedt.

Posteriormente don Domingo es designado Comisionado Municipal. Sabemos por diferentes autores locales y por las noticias periodísticas de Caras y Caretas, entre las cuales se destaca la publicación del 16 de febrero de 1918 titulada “Luján Histórico y Legendario, El Museo Colonial e Histórico de la Provincia de Buenos Aires”, que es Fernández Beschtedt quien salva al edificio del Cabildo de Luján, de una muy posible demolición por su endeble estado, al solicitar urgente auxilio a José Luis Cantilo, interventor de la provincia de Buenos Aires.

Por este acto protector de salva de nuestro Cabildo, Federico Fernández de Monjardín no duda en señalar a Domingo Fernández Beschtedt como “el padre de la criatura”. Al indicar el ‘nombre del padre’, se troca un mero trámite burocrático superficial de refacción de un edificio, en la metáfora de un acto de amor paternal. Ya que al salvar ‘la vida del hijo’ lo pierde como tal, pues desde entonces, el Cabildo deja de pertenecer a Luján para ser adoptado, ‘prohijado’, por el ‘patrocinio’ de la provincia.

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Continuando con la lectura de las notas de “Luján Retrospectivo” publicadas el 19 y 26 de octubre de 1963 en El Civismo, reconocemos en la conformación de la Comisión Honoraria para la Dirección General de las Obras, al bienhechor Arturo Z. Paz, -entre otros que inmerecidamente omitimos-; y también advertimos la designación ‘ad honorem’ del arquitecto Martín S. Noel, “para que proceda a efectuar los estudios, proyectos y presupuestos de las modificaciones y reparaciones que fuesen necesarias”; según reza el Decreto firmado por el interventor provincial. La Comisión se constituye el 18 de Abril de 1918.

Y el detalle de la fecha, no es menor para nuestro título de hoy y para nuestro propósito de acrecentar los relatos de la vida lujanense con los testimonios del semanario capitalino.

Atendiendo a su noble altruismo, cuando muere Arturo Z. Paz, Caras y Caretas publica su foto en el número 1049, del 9 de noviembre de 1918, acompañada del siguiente epígrafe, para no decir epitafio:

“Desaparece, con el doctor Arturo Z. Paz, un miembro distinguido y justamente apreciado en nuestro mundo social. Vinculado extensamente a los círculos financieros y comerciales del país, desarrolló en ellos una acción meritoria y ejemplar. A pesar de su constante contracción a las tarcas de esa índole, con noble desinterés y ejemplar altruismo dedicó sus mejores horas al Patronato de la Infancia, en el que su muerte deja un vacío difícil de llenar”.

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La vida de Domingo Fernández Beschtedt continúa en la estancia «San Enrique», en Buenos Aires y en Caras y Caretas. Radical y amigo de Hipólito Yrigoyen, durante su presidencia, el Ministro de Obras Públicas, doctor Pablo Torello, lo designa Administrador General de los Ferrocarriles del Estado; tal como atestigua la revista en la edición del 18 de septiembre de 1920.

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En su autobiografía “Memorias del Tata”, el autor aclara, que no era ingeniero, ni especialista en este género de construcciones, pero por su ocupación rural considera justo, “que los productores estuvieran, alguna vez, representados en la dirección de ése importante medio de tranasporte, instrumento activo y complementario de la producción”.

Dos meses después, en ocasión de la presencia del visitante italiano Hon. Orlando en nuestro país, la Caricaretas, publica la imagen en el «Plaza Hotel» del agasajo ofrecido por el los funcionarios del gobierno nacional, entre los cuáles puede verse a nuestro estanciero, segundo de pie, de izquierda a derecha; y intendente de la ciudad de Buenos Aires, señor José Luis Cantilo, en cuarto lugar.

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No faltará el lector crítico que piensa: “siempre los mismos”. Como tampoco puede omitirse una posible respuesta: “¿vos no opinás de pura envidia?”. Abandonamos las especulaciones para concluir con exactitud esta nota de Luján en Caras y Caretas:

En la siguiente imagen de la Caras y Caretas del 7 de Octubre de 1922, -que por cuestiones de espacio omitimos la fotografía superior en la que se destaca la presencia del presidente Hipólito Yrigoyen-, leemos: “La colocación de la piedra fundamental del palacio que se construirá en la calle 25 de Mayo, entre las de Lavalle y Corrientes, dio motivo a que se verificara una interesante y significativa ceremonia presenciada por un público numerosísimo. Las fotografías muestran, la primera; al Presidente de la República y los ministros de Obras Públicas, doctor Torello, y de Instrucción Pública, en el acto. La segunda, a la izquierda; al autor del proyecto del edificio, arquitecto Martín Noel, leyendo su discurso; la tercera: al administrador de los FF. CC. del Estado, Domingo Fernández Beschted, dirigiendo la palabra a la concurrencia

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En último lugar, cinco años después y nuevamente en el semanario porteño se hace presenta Domingo Fernández ‘Beschted’; una vez más sin la ‘t’ final. En esta oportunidad es en la provincia de Salta, hasta donde en su labor de funcionario hizo llegar el servicio ferroviario, precisamente en el ‘portezuelo’ árido y desolado de Huayquina que posibilita el paso desde nuestro país hasta Antofagasta en el vecino Chile.

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En Caras y Caretas, emergen los personajes de Luján contemporáneos a su publicación, conteniendo un importante acervo de nuestra historia que una vez más intentamos amplificar, enriquecer y propagar. A partir de la estancia «San Enrique» y su protagonismo en el Centenario de 1910, tropezamos con el altruismo de Arturo Z. Paz dirigido a Domingo Fernández Beschtedt y el desempeño de este último productor rural en funciones públicas, tanto en Luján como en el ámbito nacional.

En fin… tan sólo resta preguntarnos si la ‘permanencia’ de don Arturo Paz, es considerada ‘pertenencia’ por los lujaneneses; y si la obras del arquitecto Martín Noel que se extienden desde el edificio de «La Cúpula» hasta el Restaurante «El Colonial» sobre el terraplén de contención del rìo, también posibilitan su adopción; a fin de bautizarlos a ambos como ‘personajes lujaneneses’.

Una vez más levanto mi copa de Pineral a la salud de los lujanenses.

Hasta el próximo.

 

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